«No cogeré el covid, pero sí una depresión»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Los comerciantes tiran los precios para tener liquidez para pagar la mercancía de temporada

30 ene 2021 . Actualizado a las 02:43 h.

El sector del comercio de Santiago no consigue recuperar las ventas, y el colchón que permitió a muchos negocios seguir aguantando hasta ahora está agotado. «A estas alturas del año tendría que estar pensando en la temporada de primavera-verano. Lo normal es que estuviera planificando el cambio de escaparate, y, en cambio, empecé las terceras rebajas y ni así se vende», comenta Susana Martínez, de un comercio de ropa de Cervantes.

Las restricciones por la pandemia mantienen la actividad bajo mínimos. «La campaña navideña fueron dos días. Y las rebajas, tres. No se vendió ni para pagar la factura de la ropa de temporada, porque, aunque dieron más plazo, llega ahora. También está para entregar la ropa de primavera», explica la dependienta de un comercio de ropa de mujer del Ensanche. Prefiere no dar su nombre, para que su familia «no tenga todos los datos de lo mal que está todo». En el establecimiento de Cervantes, Susana asume que la situación sanitaria «requiere medidas drásticas, pero tienen que ayudar, porque no sé cómo vamos a aguantar: las facturas llegan, y los impuestos y los recibos de tasas municipales, también». Dice que «las ayudas que tanto anuncian son humo. Casi va un año, mis pérdidas son de más de 50 % y no veo el dinero. Las ayudas deben ser directas».

Los sucesivos cierres perimetrales fueron un duro mazazo para el sector. «Con el cierre de Santiago se ve de dónde son los clientes que mantienen el comercio». Ante la imposición de bajar la persiana a las seis de la tarde, Susana es clara: «Es un cierre encubierto. No nos cierran del todo para poder seguir cobrando los impuestos. No cogeré el covid, pero voy camino de una depresión. El miércoles, a las seis de la tarde, casi lloré al salir».

En el sector comercial abundan las críticas a la gestión de las últimas ayudas del Concello. «¿Cómo es posible que sea por orden de presentación? Si eres rápido y lo haces a las doce la noche, recibes la ayuda, y si esperas a que el gestor haga el trámite, te quedas fuera. Es vergonzoso. Ni están resueltas», sostienen en un comercio de calzado de San Pedro. En el sector insisten en que las ayudas deben ser directas, por ejemplo, con la exención de la cuota de autónomos, del IAE y de recibos de servicios básicos.

Raquel, de una lencería del Ensanche, considera que las ventas de ropa de casa aguantan mejor que las de otro tipo de artículos. «No se vende como otros años, pero imagino que se venden más pijamas que vestidos. También lo veo lógico. No vas a ningún sitio. ¿Para qué vas a comprar un vestido o un abrigo? Solo ponemos chándal y pijamas», indica.

Los ERTE y el miedo a lo que pueda ocurrir en los próximos meses son las causas que, en opinión de los comerciantes, explican el parón del consumo. José, de una zapatería del casco histórico, plantea que la crisis es «mucho peor en el comercio que en la hostelería. No quiero comparar la situación del comercio con la de la restauración, pero ellos cierran y tienen unos gastos fijos que afrontar. Pierden el género del momento o se lo comen. Nosotros, además de los fijos, tenemos que pagar la mercancía que no se vende. Estoy ahora con los catálogos de la próxima temporada. ¿Qué hago? Me empeño más».

En general, la orden de cerrar el comercio a partir de las seis de la tarde tiene a los comerciantes desconcertados. La alternativa más socorrida es adelantar la hora de apertura por la tarde. «Probaré este semana y decidiré para la próxima. A las cinco bajan los niños del colegio, y luego no hay nadie», dice Susana, de Cervantes. Lo mismo opinan en otros comercios del Preguntoiro, la Rúa do Vilar y San Roque, donde el cierre de la hostelería deja «desierta la calle». En una panadería de San Roque comparan la situación creada por las restricciones actuales con la vivida durante el confinamiento: «Da miedo estar a primera hora, y por la tarde hay horas en las que no ves pasar a nadie por la calle. A última hora viene alguna persona, pero actualmente incluso menos que en marzo. Tengo que estar abierta, pero da miedo».

Fernando Estévez, de Velocípedo

«Sin peregrinos y con cierre perimetral, todo va fatal

 

Sandra Alonso

Cabría pensar que, dado que el ocio se está limitando al paseo, un comercio de venta de bicicletas podría lanzar un mensaje de optimismo, pero no es así. «La situación está fatal. Ahora no se vende y los suministros están parados», apunta Fernando Estévez, de Velocípedo, en la rúa de San Pedro. Durante los meses de verano se vendieron bicicletas, y «se veía a la gente con ellas en los parques, pero ahora tampoco hay muchas opciones. Entre el cierre perimetral y que no llegan peregrinos, donde estoy todo está paralizado». El mal tiempo tampoco ayuda a este sector, que «aun que se dice que las bicicletas son para el verano», hasta hace poco era la «única opción de ocio que teníamos, pero ahora tampoco se puede ir en grupo ni salir de Santiago». En su caso, cerrará una hora al mediodía, y, «se irá viendo como funciona, pero por las tarde, está desierta la calle». 

Manuel Vieiro, de citania, regalos

«No quiero ayudas, que no me cobren impuestos y tasas»

PACO RODRÍGUEZ

El sector de los recuerdos «somos los grandes olvidados. Estoy abierto, porque tengo algo de regalo, pero tengo días con cero ventas», apunta Manuel Vieiro, de Citania, en Preguntoiro. «Solo vendo mascarillas, y si salen diciendo que ahora no valen, ya nada». El comerciante considera que «estamos como en la Edad Media. El señor viene a cobrar los impuestos, y se llevará la última cabra, aunque nos condene a morir de hambre». Las ayudas «no son para los que estamos con módulos, porque no puedo demostrar cuánto ingrese el año pasado. No es obligatorio tener la caja con papel para total; así que no hay nada para nosotros». En cualquier caso, Manuel no quiere ayudas, «no quiero que me den dinero, quiero que no me cobren las tasas y los impuestos, porque es evidente que sin turistas no vendo, sin peregrinos, no hay ventas. Es sencillo».

Isabel García, de Pablo & mateo, calzado infantil

«Todos los días mal, pero los viernes y sábado son los peores»

Mosteiro

La Navidad y las rebajas «fueron dos días, pocas ventas comparadas con otros años, y después mano sobre mano», así resume el panorama del comercio Isabel García, de la zapatería Pablo & Mateo, de Alfredo Brañas. «La única ayuda, por llamarle de alguna manera, que tuvieron los dueños fue mi ERTE en el confinamiento, y el parcial», y todo ello con las ventas «más bajas de los tres años del comercio». El cierre perimetral es «lo que más afecta. No pueden venir a comprar zapatos ni los Teo». Aunque tienen una web (pabloymateokids.com), «tampoco hay movimiento. La gente no compra. Tenemos precios muy competitivos, porque hay que sacar la mercancía de esta temporada para poder pagar facturas, y traer la de la siguiente temporada», explica. La «ropa y calzado cambia cada temporada. Si no vendes, pagas igual y la mercancía ya no vale»