Un reparto más necesario que nunca

borja casal, uxía lópez, natalia noguerol SANTIAGO, DODRO, MELIDE / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Muchos vendedores hacen cientos de kilómetros al día para servir a su clientela
Muchos vendedores hacen cientos de kilómetros al día para servir a su clientela MERCE ARES

La venta a domicilio de alimentos se ha vuelto más imprescindible que nunca en las aldeas alejadas de grandes superficies o tiendas con producto fresco

27 ene 2021 . Actualizado a las 23:27 h.

Escuchar la furgoneta de reparto de pan o pescado en la puerta de casa ya tiene más que ver con la necesidad que con la comodidad en muchas aldeas. El avance de la pandemia y las restricciones de movilidad les han complicado las compras, más si cabe, a muchos vecinos que viven alejados de grandes superficies o tiendas con producto fresco. Sobre todo a los más vulnerables ­-ancianos o personas con problemas de salud-, para los que desplazarse a un supermercado puede ser una actividad de alto riesgo. Y ahí entran en juego los comerciantes que llevan años repartiendo a domicilio y que ahora se han hecho más imprescindibles todavía para muchas casas.

«Hai días que traballo 18 ou 19 horas», cuenta José Manuel Figueiro, propietario de Pescados y Mariscos Rañó, en Rianxo. Desde allí recorre toda Galicia para servir los encargos que tiene, siempre bajo pedido y en persona. «Aínda estou buscando unha centola que ía para Sevilla no Nadal e non apareceu», indica Figueiro, que también hace envíos a toda España, aunque en territorio gallego prefiere llevarlos personalmente.

Muchos de sus clientes ya se organizan, porque son familiares o amigos, para hacer sus pedidos por WhatsApp. «Co conto da pandemia a xente sae menos e si que notamos aumento», explica. Sus productos salen de Rianxo, donde Figueiro afirma que no tiene mucho movimiento, y llegan hasta concellos como Santiago y alrededores, aunque «nunca se lle di que non a ninguén» y reparte todo el día.

Clientes fijos y nuevos

Desde la Praza do Concello de A Estrada trabaja Pescados Chedas, que llega hasta Vedra -para servir tanto a vecinos de la zona, como al propio comedor del colegio-, pero también manda a los que viven en el entorno de la Ulla o a los de Marrozos. «Repartimos de martes a sábado polas mañás, tanto a clientes fixos como a outros que nos empezaron a facer pedidos a partir da pandemia para ter o peixe na casa», explica una de sus empleadas.

También están los que compran en el momento, cuando llega alguno de los vehículos con el género, que ya puede ir limpio y cortado, o los que piden desde ciudades como Madrid o Barcelona en fechas como las Navidades. En esos casos se recurre al envío por transporte en frío para hacerlo llegar sin mayor problema. «A pesar da pandemia, nunca estivemos sen traballar, máis ben todo o contrario», apuntan desde Pescados Chedas.

«No confinamento sentinme útil, pero cando pase isto sei que nos vai baixar»

Los peores meses de la pandemia sirvieron para valorar como se merecen ciertos trabajos, como el que desempeñan los vendedores a domicilio como José Figueiro. «No confinamento sentinme útil, pero cando pase todo isto sei que nos vai volver baixar o traballo», cuenta este pescadero, que reconoce la dificultad de competir con las grandes superficies en ventas y en tirón. «No confinamento andaba por aí ata a unha da mañá e sentía que lle facía un bo servizo a xente de idade. Estaba feliz e orgulloso, pero cando abriu todo sentinme algo desilusionado ao ver xente que xa non chamaba tanto», indica.

Gerardo Reboiras, ayer, vendiendo pescado en la aldea de Revixós, en Dodro
Gerardo Reboiras, ayer, vendiendo pescado en la aldea de Revixós, en Dodro MERCE ARES

«Incrementamos moito as vendas»

Desde hace 32 años, el vecino de Revixós, en Dodro, Gerardo Reboiras Domínguez, de 51 años, es el vendedor ambulante de pescado de este concello y de otros núcleos rurales de Padrón y Teo. Con los cierres por municipios, su profesión y la de otros vendedores ambulantes se revaloriza más que nunca, sobre todo en concellos pequeños y rurales, como puede ser el de Dodro, que no tienen tiendas de alimentación como tales, más allá de determinados productos de ultramarinos en sendas tabernas. «Dános a vida que veñan pola porta», comentó ayer una vecina de Revixós cuando le compró pescado a Gerardo.

Este cuenta que, a raíz de la pandemia, el confinamiento domiciliario y las restricciones, «incrementamos moito as vendas» hasta el punto de que «non dou feito». El vendedor ambulante señala, no obstante, que él tiene una «clientela de toda a vida», después de años de ir por la misma ruta, de martes a sábado. Esa ruta va desde Dodro a Calo, en Teo, pasando por zonas como Pazos y A Escravitude, en Padrón. «Xa me chaman todo o ano, pero agora máis», reconoce y a veces lamenta no poder dar más de sí y no por «vender máis, senón por ter ben atendida á clientela», dice. Entre ella, personas mayores pero también otras parejas que trabajan los dos, les hacen el encargo por teléfono y él se lo deja en casa, como sucede en la zona de Teo.

«Se non nos vén pola porta, pouco peixe imos comer», dijo ayer otra vecina de Revixós, a lo que otro añadió «xa podía vir tamén un carniceiro». «Se temos que ir a Padrón, xa non é o mesmo», señaló otra clienta, que no duda en asegurar que el pescadero «é moi bo rapaz; estamos moi contentos con el». Gerardo cree que este tipo de venta tiende a desaparecer, al menos de pescado ya que, señala, antes eran unos 400 a comprar el género y ahora son poco más de 100.

Pescado, pan, congelado, bombona de butano y ultramarinos son algunos de los productos que venden puerta por puerta en Dodro y Rois, aunque en este último concello también hay tiendas que entregan pedidos a domicilio. Es el caso de Agronovo, que publicó sus rutas de reparto para facilitar los pedidos a los vecinos de los concellos en los que entrega y a los que comunicó que, en caso de estar confinados, que no se preocupen por pagar; ya lo harán cuando puedan salir.

Ignacio Sánchez recorre más de cien kilómetros diarios con la venta a domicilio
Ignacio Sánchez recorre más de cien kilómetros diarios con la venta a domicilio NOGUEROL

«Medra a demanda, non a clientela»

El servicio a domicilio de productos de primera necesidad es un viejo conocido en el rural. «Igual hai trinta e cinco anos que lle compro á xente que vén por aquí», cuenta Carmen Puga, una vecina de Toques de mediana edad que es clienta habitual del ultramarinos sobre ruedas que conduce Ignacio Sánchez. Este joven regenta, junto a su padre César y otro socio, la panadería y pastelería que lleva por nombre el del propio municipio. Hace unos trece años que pusieron en marcha el negocio, y una década desde que diversificaron el despacho puerta a puerta de pan con el de otros productos básicos: de alimentación —salvo los frescos como la carne o el pescado— y de higiene y limpieza. «Fixémolo como complemento, para mellorar o servizo e tamén para que fose máis rendible, porque, aínda que Toques non ten moitos habitantes, é moi grande», explica Ignacio, que recorre más de cien kilómetros al día con la furgoneta de reparto.

El ultramarinos ambulante de Panadería-Pastelería Toques se vuelve indispensable desde que hace un par de semanas se decretó el cierre perimetral de la capital comarcal, Melide. Comenta, al respecto, Ignacio Sánchez que «aínda que a clientela nas aldeas a moito non vai, porque cada vez son menos veciños, no anterior peche, algún cliente máis houbo e xa quedaron, pero neste aínda non se notou». Lo que sí percibe entre una fiel clientela para la que solo tiene palabras de agradecimiento es que «medra a demanda».

Comenta Carmen Puga que «o de todos os días, cóllollo case todo a el». Tampoco echa en falta la carne —«temos conxelador, e comemos do que matamos na casa», explica—, ni el pescado, que también reciben a domicilio en Toques de la mano de sendos negocios. Además, el panadero «é un rapaz moi disposto e con moita confianza da xente, á que lle leva, cando llo piden, produtos de marcas concretas que habitualmente non ten», cuenta Rosa Corral, una de las tres empleadas de la panadería de Toques, que también tiene despacho con cafetería en Melide.

Cuenta que el ultramarinos ambulante tiene tres rutas que se cubren dos veces a la semana cada una para que la clientela no eche en falta nada de un servicio que agradecen: «Benvido sexa que haxa quen nos traia algo, porque aínda podemos ter que estar metidos na casa», afirma Carmen Puga.