
La argentina salió de Ponferrada y, tras 11 días de peregrinación, una noche al raso y una piedra cósmica llegó a la meta jacobea
26 ene 2021 . Actualizado a las 12:15 h.Reconoce que no sabía a lo que se enfrentaba. Victoria Quiroz salió de su casa (en San Sebastián) decidida a recorrer el Camino de Santiago, cargada de inconsciencia y con una mochila demasiado pesada. Ayer, tras 11 días de peregrinación y más de 200 kilómetros desde Ponferrada, contaba ya en la meta su aventura, que incluyó nieve, borrascas y momentos mágicos. La argentina, que lleva ya 13 años viviendo en España, explica que se dedica a la hostelería. Estas Navidades se quedó sin trabajo y falleció su perro. Ella siempre se había imaginado caminando junto a él hacia Compostela, dice, y se lanzó en solitario para calmar la inquietud que le producía este duelo y estar desocupada. Confiesa que «no estaba pendiente de la situación sanitaria. Hace muchos meses que no miro las noticias y no estaba enterada de los cierres perimetrales». No fue hasta que entabló conversación con Sonia, del albergue El Castillo de Villafranca del Bierzo, cuando supo de los obstáculos añadidos que habría en el recorrido, con muchos de los servicios cerrados. Pese a todo, ella se queda con la parte positiva: «Para mí fue un regalo tener todos esos paisajes para mí sola». La nieve la acompañó hasta O Cebreiro, «pero no había mucha y lo disfruté, no lo sufrí». Solo se encontró con otro peregrino durante su viaje, que comenzó el día 15. «Fue fuerte, por la reacción de la gente. Hay sitios donde te reciben los brazos abiertos, pero en otros intentan que no te acerques por el miedo al contagio. Yo lo entiendo y me parece muy respetable... Fui bastante inconsciente al salir sin estar más informada», apunta. Por suerte, añade, en todos los pueblos donde los albergues de la Xunta estaban cerrados «se acordó que estuviese abierto al menos uno privado, por si llegaba algún peregrino». Solo en O Pedrouzo, señala, tuvo que dormir en una pensión. Aunque, sin duda, la noche que nunca olvidará es la que pasó en la puerta de una capilla abandonada en Sabugos (cerca de O Cebreiro), rodeada de nieve y con avistamiento, para hacerla aún más especial. Fue la noche en la que una piedra cósmica —la más grande desde el año 2004— iluminó el cielo gallego. Pasaba de la una de la mañana y Victoria lo vio de lleno: «Fue una experiencia mágica». Para ella, el Camino cumplió todas las expectativas: «Fue muy intenso, pero todo positivo».

Premio en plena cuesta de enero
Durante 11 semanas As Cancelas ofreció la posibilidad de canjear los tiques de compra por boletos con obsequios y participaciones en sorteos semanales. Se entregaron 60.000 euros en premios directos y quedaba por conocer el ganador del sorteo final de El Gran Cambio, la campaña especial con la que el centro comercial santiagués celebró su cambio de imagen y la digitalización de sus servicios. En juego estaba un lote valorado en 8.000 euros y la suerte le sonrió el día de Reyes a una vecina de Compostela. Se llama Alina y pasó a recoger el premio al final de la semana pasada con una gran sonrisa en la cara, de esas que se dibujan en los ojos y atraviesan mascarillas. No era para menos. El 2021 trajo una buena sorpresa en una cuesta de enero especialmente empinada, que está causando más agujetas de lo normal.

Solidaridad que nutre
La Cocina Económica de Santiago sigue nutriéndose de la solidaridad ciudadana. Este mismo viernes recogían los alimentos y productos de higiene personal que los clientes de Área Central donaron durante la campaña solidaria de Navidad que el complejo comercial impulsó, una vez más, a favor del comedor social. Su directora, sor Alicia Lourido, se acercó hasta allí para recibir el cargamento y trasladarlo hasta sus instalaciones. Quería también agradecer personalmente a Sara Castedo, adjunta a la gerencia de Área Central, su colaboración cada año, un apoyo estable que ayuda a seguir trabajando para ayudar a las personas más desfavorecidas. En la Cocina Económica reciben diariamente donativos de particulares y empresas «y nos gustaría que quedase constancia de nuestro agradecimiento», dice su administrador, Javier Brage. En estos momentos, siguen ofreciendo desayunos y permiten entrar al comedor con todas las medidas de seguridad para los usuarios (toma de temperatura, mascarillas, gel hidroalcohólico, distancia social...) Y lo mismo sucede en las comidas, aunque de las 140 personas que habitualmente atienden la mayor parte (entre 100 y 110) se llevan la comida y al comedor solo acceden entre 30 y 40 usuarios.