Este carpintero y ebanista del casco histórico hizo desde decorados cinematográficos hasta trabajos para la Catedral
SANTIAGO CIUDAD
Ángel Otero, con su taller pegado a la iglesia santiaguesa de San Martiño Pinario, lleva cerca de 40 años labrando madera artesanalmente
08 ene 2021 . Actualizado a las 08:40 h.Tiene su taller en pleno casco histórico compostelano, pegado a la iglesia de San Martiño Pinario. De hecho, comparte telefonillo con la hospedería. Allí se instaló Ángel Otero en el Xacobeo 93, con unas 30 primaveras a sus cuestas. Este carpintero, ebanista y artesano empezó en el oficio en su localidad natal, Cea, cuando aún no había alcanzado la mayoría de edad. En sus inicios, se dedicó a la carpintería interior de las nuevas viviendas construidas en la comarca. Con poco más de 20 años se trasladó a Santiago buscando una mejora laboral en otro humilde taller, y acabaron confiando en sus manos diferentes productoras audiovisuales y la televisión pública gallega, para las que realizó decorados cinematográficos y escenográficos, atrezo y otros servicios. Antes de montar su propio taller, Ángel tocó otros palos en el sector de la seguridad, especializado en las puertas blindadas, así como en el mantenimiento de naves y locales comerciales. Cuenta que en su negocio se ha rodeado de un equipo de profesionales con experiencia en la carpintería a media, antigüedades, rehabilitación y restauración, marquetería... entre los que está Antonio Rodríguez, por ejemplo. Estando en el corazón monumental, además de recibir encargos de distintos puntos de Galicia, se han ocupado de numerosas reformas de edificios de la zona histórica, pero también de la Universidad de Santiago, el CHUS, la estación de tren o en sucursales bancarias. Además, destacan los proyectos realizados por este taller para el monasterio de San Martín Pinario, el Seminario Mayor, la iglesia de San Lázaro, la de la Universidade, para las carmelitas... incluso para la catedral compostelana. Explica el maestro carpintero que su primer trabajo para la basílica vistada cada año por cientos de miles de personas fue en el 2003, «cuando aún era deán don Manuel Calvo Tojo». Recuerda que le encargaron igualar los bancos antiguos para hacerlos de la misma medida, porque unos eran de tres metros y otros más cortos». Hizo los antiguos reclinatorios, tallados en lo alto con un relieve ornamental. Y casi 20 años después se ha ocupado también de los nuevos bancos, ahora «con una línea mucho más simple y sin elementos decorativos». Dentro de las últimas obras en la catedral, también ha dejado su sello artesanal en pavimentos o las ventanas de la fachada de Praterías.
Ayudantes reales
Los Reyes Magos contaron, como cada año, con un ejército de ayudantes para hacer este día más especial en los hogares más y menos afortunados. En la Cocina Económica de Santiago colaboraron con sus Majestades de Oriente Sor Tomasa, Nazaret y Teresa para preparar los menús repartidos el miércoles. En total, se sirvieron 143 comidas, entre las 59 personas que asistieron al comedor y otras 84 que disfrutaron del banquete envasado fuera de las instalaciones de la rúa Travesa. Para una jornada festiva como esta, se prepararon langostinos al vapor, sopa de ajo, cordero estofado con verduras y patatas, y un surtido navideño de postre. Por otra parte, como ya es habitual, los usuarios del comedor solidario santiagués recibieron un obsequio por parte sus responsables, cuenta Javier Brage, administrador de la Cocina Económica. «Intentamos que sean productos y prendas útiles para ellos. Este año el regalo para los hombres fueron mascarillas, gel hidroalcohólico, pasta y cepillo de dientes, colonia, guantes o calcetines y una bolsita de dulces navideños; y para las mujeres, lo mismo y un fular o bufanda. Además, para algunos que sabemos que lo necesitan, viviendo en la calle, les dimos un saco de dormir», señala. Las mascarillas este año fueron donación de la Xunta, «que todas las semanas nos aporta las que les solicitamos a través de la plataforma online Clonegal», añade.
En la carrera a los Goya
Hace unos días, la prensa anunciaba que una compostelana está en la carrera de las candidaturas a los Goya por el corto documental Solo son peces, trabajo que codirige Paula Iglesias Rodríguez junto a la vasca Ana Serna Reinares. Licenciada en el 2008 en Xornalismo por la USC, continuó su formación en la escuela de cine bilbaína Kinema. Tras ejercer como ayudante, secretaria de producción y realizadora en Vizcaya, impulsó junto a otras mujeres el colectivo Histeria Kolektiboa y ya en el 2015 cofunda con Ana y Maialén Oleaga una nueva productora independiente, Al Borde Films, responsable del cortometraje seleccionado entre los diez que aspiran a competir en la categoría Documental de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Lo suyo es artesanía audiovisual, dicen, y se dedican a los documentales porque les apasionan, dicen en su carta de presentación: «Nos gustan las historias que contribuyen a construir identidades, llegando a diferentes realidades con las que compartir, aprender y transformar-nos». Solo son peces se rodó en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf y habla de una piscifactoría abierta en el desierto de Argelia. Sus directoras han comentado en distintas entrevistas el reto, por un lado, de trabajar en un territorio en conflicto y el de rescatar un tema caído en el olvido mediático y llegar así a unos públicos que de otra forma no sabrían de esta realidad. Entre los proyectos que tiene actualmente entre manos la productora, está Un viaje en el tiempo, que transita en la frontera entre la ficción y el documental.