La hostelería santiaguesa calcula un cierre del 30% de negocios por las nuevas restricciones

borja casal SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Los hosteleros se quejan de la criminalización de sus negocios
Los hosteleros se quejan de la criminalización de sus negocios Sandra Alonso

Los propietarios reivindican su papel como espacios seguros frente al virus

23 oct 2020 . Actualizado a las 00:04 h.

 El endurecimiento de las restricciones en Santiago ha puesto contra las cuerdas, todavía más, al sector hostelero. Las cafeterías, bares y restaurantes de la ciudad ven con preocupación una situación que les obligará, en muchos casos, a echar el cierre. El descenso de clientes que provocarán las nuevas medidas —quedan prohibidas las reuniones de no convivientes y se limitan los servicios en el interior de los locales— devolverá a muchos trabajadores al ERTE. Desde la Asociación Hostalaría Compostela se muestran indignados con una decisión que supone «outra xerra de auga fría sobre un sector que xa non ten por onde levar máis paus», según indica Sergio Fernández, que forma parte de la directiva de la asociación.

El problema, explican los hosteleros, es que con estas normas no podrán recuperar la actividad, puesto que en la práctica se quedarán sin clientela. La sensación general no solo es de desánimo, sino también de frustración: por un lado, consideran que las autoridades están siendo más permisivas con otros sectores con igual o mayor riesgo, y por el otro creen que se les está criminalizando cuando podrían ser una de las mejores herramientas para luchar contra el virus.

«Estamos aplicando máis medidas que noutros ámbitos e a xente que vén sentarse nunha terraza sabe que pode estar tranquila. Podemos dar seguridade, pero se nos está tratando como un perigo», apunta Fernández, que también critica que estas restricciones no traigan aparejadas una serie de ayudas directas. «Falamos de que entre un 20 ou un 30 % do sector en Santiago vaise ver abocado ao feche», estima el portavoz de Hostalaría Compostela. Además, Fernández cuestiona la lógica de las nuevas prohibiciones con un ejemplo claro: los trabajadores que antes bajaban de la oficina para tomar el café de por la mañana ahora tendrán que hacerlo por separado, uno a uno, aunque luego pasen el resto del día juntos en un espacio cerrado.

Otro de los problemas que se le presenta al sector es el de comprobar si sus clientes son, de ahora en adelante, convivientes o no. Los propietarios dudan incluso de la legalidad de tales indagaciones, puesto que supondría preguntar acerca de la vida privada de cada una de las personas que lleguen a su local, además de los problemas para comprobar si lo que dicen es cierto.

Apoyo del Concello

El alcalde expresó su apoyo al sector e indicó que Raxoi está prestando toda la ayuda que puede. Aun así, observa que tendrían que ser las administraciones que decretan las medidas las que se responsabilicen de sus consecuencias económicas. «Se se pecha unha ría, compénsase as mariscadoras. Sería razoable que se responsabilice quen dita as instrucións», dice.

«En mi bar solo podría poner una mesa y no sé quién se va a sentar»

Con los efectos de las anteriores restricciones aún recientes, los propietarios como Dany Cosme ven muy difícil mantenerse con estas nuevas medidas. En su caso, que tiene a su cargo el café bar Trafalgar y el restaurante La Cueva, ambos en la rúa da Raíña, cerrará uno de sus dos establecimientos. «En el caso del Trafalgar solo podría poner una mesa y con este tiempo no sé quién se va a sentar. Si puedo trabajar al 50 % en el interior del restaurante trataré de ir tirando», indica Cosme, que tiene a cuatro de sus siete trabajadores en ERTE tras facturar estos meses un 80 % menos que en el 2019. Al resto, dependiendo de la situación, no descarta incluirlos también. En el mejor de los casos, explica, se podrá quedar con dos de los tres que faltan.

En estos meses, Cosme facturó un 80 % menos que en el 2019
En estos meses, Cosme facturó un 80 % menos que en el 2019 Sandra Alonso

«No podemos estar esperando sin saber si va a venir la gente o no»

El restaurante San Jaime, situado también en la rúa da Raíña, echará el cierre y pondrá a sus cuatro empleados, además de a los dos responsables del negocio, en ERTE a la espera de que la situación cambie. «El perfil de cliente se reduce tanto que no podemos estar esperando sin saber si va a venir la gente o no. Los trabajadores y la mercancía, que hay que comprarla, no pueden estar parados», explica Ana Cabanas, una de las gerentes. Según cuenta Cabanas, la prohibición de las reuniones de no convivientes les limita tanto que, en la práctica, solo tendrían trabajo durante el fin de semana, que es cuando tienen alguna familia, aunque en muchos casos no son convivientes. Además, durante el resto de días laborales el tipo de comensal es distinto.

El San Jaime echará el cierre hasta que la situación cambie
El San Jaime echará el cierre hasta que la situación cambie Paco Rodríguez