La víctima del atraco a una gasolinera: «Miré al suelo por miedo a que me pegaran otro tiro»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Paco Rodríguez

Los dos acusados niegan que ellos perpetraran el robo, en el que resultó herido en una pierna el dependiente de la estación de servicio

07 jul 2020 . Actualizado a las 00:11 h.

A veces no es sencillo escuchar verdades en un tribunal de Justicia. Los acusados tienen todo el derecho del mundo a mentir para defenderse, por lo que es frecuente que la realidad de los hechos tan solo emane nítidamente del testimonio de la víctima. En el caso del atraco con arma de fuego perpetrado el 19 de enero del 2019 en la gasolinera Agro do Forno de Ribeira, las palabras del dependiente, que resultó herido grave por el disparo de escopeta en una pierna, tuvieron toda la contundencia y claridad del drama que tuvo que vivir. Recordó con precisión todo lo que aconteció aquella madrugada. La moto de enduro naranja y ruidosa en la que llegaron los asaltantes, que no pudo reconocer sus caras porque uno llevaba casco y el otro la tenía tapada y toda la angustia que sintió: «Sabía que había cámaras, por lo que miré al suelo todo el tiempo por miedo a que me pegaran otro tiro en la cabeza», afirmó.

En su testimonio, Andrés González relató cómo vio llegar la moto y salió para atenderles. «El de detrás se bajó, me encañonó hacia la parte superior del cuerpo y me dijo algo que no pude oír por el ruido de la moto. Acto seguido, bajó la escopeta y me disparó a la pierna. Me dijo que le diera todo lo que tenía y me vacié un bolsillo, pero no el otro porque era en el que llevaba el móvil y lo iba a necesitar para llamar, pero le dije que dentro había más, en la caja registradora y en un sobre debajo», explicó. En total, se llevaron 856 euros y causaron destrozos en la tienda de la gasolinera, pero el propietario ya no reclama nada porque fue indemnizado por su compañía aseguradora.

El último año y medio no ha sido fácil para Andrés González, que se ha tenido que someter a cuatro operaciones y al que le han quedado secuelas. Desde una ligera cojera a la incapacidad para correr o caminar mucho y también para agacharse o ponerse en cuclillas, como él mismo relató ante el tribunal que juzga el caso, la sección compostelana de la Audiencia Provincial. Además, hace dos meses que se ha quedado sin ingresos porque se le ha acabado el subsidio de desempleo, aunque el dueño de la gasolinera le volverá a contratar cuando se recupere del todo. «Hasta ahora no he sentido que pudiera estar mucho tiempo de pie», señaló.

Los acusados por el atraco, Pablo Fojo Mariño, de Ribeira, y Domingo García Sevilla, de A Pobra do Caramiñal, no contestaron con la misma nitidez durante su interrogatorio. Se juegan mucho en este juicio, porque la Fiscalía les pide nada menos que un total de 21 años de cárcel al primero y 19 al segundo. Cuatro por el delito de robo con fuerza de la moto con la que se cometió el atraco, cinco por el robo con violencia en la gasolinera, nueve por las lesiones que le causaron al dependiente al dispararle en una pierna y uno por tenencia ilícita de arma larga. En el caso de Fojo, se le añaden dos años más porque en el registro de su domicilio le encontraron un arma corta. Además, las indemnizaciones reclamadas son cuantiosas: 28.405 euros para la víctima, 1.052,52 para la aseguradora de la estación de servicio, 300 euros para el dueño de la moto y los costes que tuvo que afrontar el Sergas para curar al dependiente.

Ambos negaron tener cualquier relación con los hechos por los que están acusados. Ninguno de los dos admitió haber robado la moto el 17 de enero del 2019 en un garaje en Ribeira, así como tampoco el casco, peto protector, camiseta y pantalón con el que el propietario practicaba motocrós. Tampoco haber estado en la gasolinera aquella madrugada del 19 de enero del 2019. Por negar, incluso aseguraron que no se conocían mucho entre ellos y que incluso se llevaban mal, pese a que estaban juntos cuando les detuvieron mientras robaban en unas máquinas expendedoras. Aquello, dijeron, fue «una tontería» fruto de su adicción a la cocaína, el cannabis y el alcohol.

En su favor tienen que nadie pudo verles la cara y que tampoco se les puede reconocer en las grabaciones de las cámaras de seguridad. En su contra, a la espera de que las pruebas periciales puedan aportar otras evidencias como posibles restos de pólvora en las manos del que hizo el disparo, que uno de ellos, Domingo García, estaba en posesión de la moto con la que se perpetró el atraco. La habían desguazado en piezas. La Fiscalía asegura que lo hicieron para deshacerse de ella, mientras que el acusado alega que se la llevó así un conocido, en una bolsa en la que junto con piezas pequeñas también estaba la ropa con la que se cometió el robo. Explicó que en aquel tiempo él se dedicaba a la chatarra y en ocasiones se sacaba un dinero vendiendo las piezas.

El depósito de la moto fue hallado en el maletero del coche en el que iba a trabajar su madre, que también declaró en el juicio y que, como el padre, aseguró que el día del asalto a la gasolinera su hijo estaba en casa porque estaba en arresto domiciliario y estaba esperando a que pasaran los policías locales de A Pobra para firmar.