El Camino arranca a paso muy lento

Sara Pérez / André Siso Zapata / J. M. P. REDACCIÓN / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Primeros peregrinos que visitan los albergues del Camino de Santiago tras el confinamiento
Primeros peregrinos que visitan los albergues del Camino de Santiago tras el confinamiento Sara Pérez / André Siso

La actividad se reanuda con 60 compostelas al día, cuando lo normal serían 1.000

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de tres meses ha estado la catedral de Santiago sin recibir a ningún peregrino. Paulatinamente, con el inicio de la nueva normalidad, comienza a reactivarse la actividad en el Camino. En los primeros días de julio se han entregado unas 60 compostelas al día, cuando lo habitual serían unas 1.000. Estas nuevas cifras diarias dificultan el reto de alcanzar a los 7.474 que se alcanzaron en julio del año pasado.Las estadísticas del 2018 y 2019, años realmente buenos, en los que se rondaron los 350.000 peregrinos, auguraban un 2020 histórico. No obstante, con el parón durante los meses de estado de alarma, los datos que se prevén no serán los esperados, ni mucho menos, para un año previo al Xacobeo.

Los albergues y hostales gallegos comienzan a recibir ya las primeras reservas. Todas ellas son de peregrinos nacionales y de momento no se espera la llegada de ningún extranjero. La ocupación se ha reducido para garantizar así todas las medidas de seguridad exigidas. En albergues como el de O Candil, en Melide, también han modificado el protocolo sobre cómo se ocupan las plazas disponibles del albergue: se repartirán por familias.

Después de meses de confinamiento, muchos han apostado por pasar unos días entre la naturaleza que ofrece el Camino. Esto mismo se planteó José Luis Pinto hace unos días, por lo que solicitó a la empresa en la que trabaja una semana de vacaciones. Dos días después de concedérsela, inició su primera etapa en Sarria. «Me había hecho el test y sabía que no contagiaría a nadie. Era seguro venir», asegura. No es la primera vez de José Luis en el Camino, pero sí la única en la que lo hace solo: «Trabajo como educador en Toledo. En diciembre habíamos planeado venir con todos los chicos, pero los padres se echaron atrás por el miedo que ha causado el covid. Decidí venir yo solo, sabía que me vendrían muy bien unos días en la naturaleza».

Tres peregrinos disfrutan de una comida tras la reapertura de los albergues
Tres peregrinos disfrutan de una comida tras la reapertura de los albergues Sara Pérez

Viajes en grupo

Sin embargo, existen casos exactamente opuestos. Como ya es tradición, en el Juan Nepomuceno Rojas, un colegio sevillano, realizan todos los años el Camino como viaje de fin de curso. Sergio Rosa, monitor que acompaña a los chicos de cuarto de ESO, asegura que tan solo dos familias dieron de baja el viaje por miedo al virus. Respecto a las medidas de seguridad que se han ido encontrando en los diferentes albergues por los que han pasado, Rosa piensa que han sido las adecuadas: «Desinfectan las mochilas nada más llegar al albergue y las zapatillas las dejamos fuera de la habitación».

Otra de las razones por las que muchos nacionales se han animado a hacer el Camino en este momento es para ponerse en forma después de tanto tiempo en casa. Yurena Ramiro y Alba Juárez decidieron hacer el Camino hace tres semanas. «Quería ponerme en forma rápido. Además, era un reto personal pendiente», cuenta Yurena. No se han encontrado a muchos peregrinos por el camino. «Más o menos nos habremos cruzado con diez o quince personas. Solo hemos visto gallinas y gatos», asegura Alba. Con respecto a la seguridad en los albergues, las dos madrileñas cuentan que en ningún momento sintieron miedo. «La única vez que coincidimos con alguien más en la habitación había una fila de literas vacías en el medio, así que nos quedamos tranquilas», comenta Yurena.

A Patricia García y a Elisabet Manzanares les cancelaron los planes que tenían para este verano. Después de cancelar lo que tenían contratado, decidieron peregrinar hasta Santiago. «Aposté por el Camino porque sabía que no había mucha gente. Me parecía seguro», asegura Patricia García, que viene desde la Comunidad Valenciana. Para su tranquilidad, reservó un bono para tener un lugar en el que alojarse cada noche. «Ha sido la mejor elección. En el segundo día ya decidí que repetiría», comenta Patricia. Elisabet Manzanares se lanzó a hacer el Camino cuando la ciudad en la que reside, Madrid, estaba en fase 1. Tan solo reservó las cuatro primeras noches, pero está segura de que no tendrá ningún problema. Además, asegura estar encantada con la hospitalidad de los encargados de los albergues: «Un diez se les queda corto».

Interior del albergue Camiño Real en Sigüeiro
Interior del albergue Camiño Real en Sigüeiro André Siso

En el albergue Camiño Real, en Sigüeiro, la confusión ha sido la tónica dominante durante los primeros días. Para María y su hijo, Miguel, que regentan el parador desde hace tres años, la situación económica ha sido clave para retomar la actividad. «Si fuera por nosotros, ni abriríamos. Pero tenemos que pagar las facturas que seguimos teniendo, así que no nos queda otra», comentan. Solo pueden usar 15 de las 20 camas que tienen, algo que dificulta la entrada de viajeros, dice Miguel. Para ellos, las medidas son muy estrictas y temen que eso pueda provocar una menor afluencia de peregrinos este año.

LA incertidumbre marca la vuelta del camino inglés

 La vuelta al trabajo de los albergues en el recorrido inglés del Camino no ha dejado indiferentes a propietarios ni a peregrinos. Desde su apertura el pasado miércoles, las medidas de seguridad provocadas por la pandemia son las protagonistas absolutas de las jornadas de ruta de los viajeros. Aforos limitados —30 % en los albergues de la Xunta y 75 % en los privados—, desinfectante, separación entre peregrinos y uso de mascarillas generalizado son las diferencias más evidentes con respecto a lo que acostumbraban ser estas paradas del Camino antes de la crisis.

Entre los responsables de los albergues, las opiniones son diversas. Algunos, como en un hospedaje de Ordes, tienen esperanza en que el verano dé un empujón a la situación actual. «La presencia de los peregrinos es lo que da vida a esta zona», comenta una trabajadora. Con solo once camas disponibles de las cuarenta y cuatro que tienen en total, la acogida de viajeros se prevé complicada si la situación avanza positivamente, aunque siempre es preferible eso y no que los peregrinos se queden en casa por miedo, comentan. En el albergue de Sergude, en Carral, por el contrario, las previsiones no son tan buenas. Todavía no han recibido a ningún peregrino en los dos días que llevan abiertos, y las expectativas no son mejores. «La verdad es que no esperamos un buen verano. Hay mucha incertidumbre y muchos viajeros optarán por quedarse en casa».

En el albergue Hospital de Bruma, donde confluyen el recorrido que viene desde A Coruña y el que baja desde Ferrol, las sensaciones no son tampoco muy positivas. «Ya teníamos muchos problemas antes. El virus solo los ha sacado a la luz», comentan. Una de sus quejas más insistentes es la situación del recorrido del Camino que viene desde el norte hasta el albergue. Lo califican de «desastroso» y ponen en duda que los cambios de trayecto por parte de los responsables hayan sido buscando el interés de los peregrinos y no intereses privados. Además, piensan que la dimensión de los hospedajes ha estado mal planificada: «Se construyen albergues pequeñísimos. Si ya antes teníamos problemas para acoger a todos los viajeros, imagina ahora que estamos al 30 % de capacidad». Con la pérdida de la campaña de Semana Santa, calculan que habrán perdido más de 2.500 peregrinos en este tiempo. «Con tantas medidas de distanciamiento y aforo, los peregrinos no viven la esencia del Camino. Esperemos que todo esto acabe pronto», confiesan.