Una compostelana lucha por reabrir la investigación de la muerte de su padre en Valencia

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Enrique Fianza Castro, el hostelero compostelano que falleció en el incendio del piso en el que vivía en el municipio valenciano de Puzol
Enrique Fianza Castro, el hostelero compostelano que falleció en el incendio del piso en el que vivía en el municipio valenciano de Puzol CEDIDA

Está convencida de que no pudo suicidarse prendiendo fuego a su piso, como concluyeron la Guardia Civil y el juzgado

01 jul 2020 . Actualizado a las 12:50 h.

«Yo solo quiero saber la verdad y que se haga justicia. Mi padre no pudo suicidarse, no me cuadra. Él luchaba por vivir, le chiflaba la vida. Y mucho menos me cuadra que escogiera quitarse la vida quemándose dentro del piso». Son palabras de la hija de Enrique Fianza Castro, un conocido hostelero compostelano que regentó varios bares y restaurantes en Compostela, el último de ellos en la calle Santiago de Chile, el Toma ya. Tras cerrarlo, se mudó a Valencia, concretamente al municipio de Puzol, donde el 12 de octubre del 2017 murió en el incendio de su vivienda, situada en el número 2 de la calle Pintor Sorolla. La investigación de la Guardia Civil y del juzgado concluyeron que se suicidó, pero su única descendiente no se lo cree y lucha por reabrir una causa cuyo sobreseimiento provisional acaba de confirmar la Audiencia Provincial de Valencia.

Hasta ahora, la hija de Enrique Fianza se ha topado con un muro. Sus recursos para evitar que se diese carpetazo a la muerte de su padre confirmando la tesis del suicidio han sido rechazados tanto por el Juzgado de Instrucción número 2 de Massamagrell, el que llevó el caso, como por la propia Fiscalía y ahora la Audiencia Provincial de Valencia.

En esta última ocasión, esta compostelana había contratado los servicios del criminólogo Félix Ríos para que analizase el caso. Las conclusiones de la investigación de este perito apuntan a un crimen. «La manera en la que estaba esparcido el acelerante en las dos habitaciones donde el fuego se originó impedían la huida hacia las puertas o ventanas de Enrique», recoge el informe, que añade: «Da la impresión de que el acelerante [el líquido inflamable con el que se provocó el incendio] está derramado desde los sillones hacia el extremo opuesto, algo que no tiene lógica si fuese el propio Enrique quien lo derramó desde el interior de las salas».

La investigación de este experto apunta como posible autora o instigadora de la muerte de Fianza Castro a la que en aquel momento era su pareja, una mujer de nacionalidad colombiana a la que conoció en el 2015 en Santiago. El informe siembra dudas sobre su actitud antes del fuego, ya que ella afirma que salió del piso dejando en él al hombre y que iba a casa de su cuñada, pero que antes quiso ir a recargar el móvil al cajero y que una vez allí se percató de que se había olvidado el teléfono. «Sería lógico pensar en que esta maniobra no fuese más que una forma de intentar tener una coartada fuera de la casa mediante la recarga del aparato y que pudo haberlo dejado olvidado en el apartamento cuando ya había iniciado el fuego», asegura.

Para este criminólogo, el posible móvil del presunto crimen habría sido que la pareja de Enrique Fianza estaba convencida equivocadamente de que era la heredera de sus bienes, pero no sabía que el hostelero compostelano había cambiado antes de morir su testamento y que la había excluido por completo de él para dejarle todo a sus nietos, los dos hijos de su única hija, a la que tan solo legó la legítima que le garantiza la ley.

Lo cierto es que tampoco había herencia, más allá de unos 7.000 euros de un fondo de pensiones que es lo único que le ha quedado a los nietos, según explica la hija. «Del resto, nada más allá de derechos de la herencia familiar junto a primos y tíos, por lo que opté por renunciar para evitarme problemas», señala. La pregunta para la que no encuentra respuesta es dónde fueron a parar los 180.000 euros que su padre obtuvo en el 2016 por la venta de una casa, de los que no ha aparecido ni un céntimo.

La investigación criminológica encargada por la hija del hostelero compostelano recalca también que la relación entre Fianza Castro y la mujer colombiana estaba rota, que él era una carga porque bebía mucho (el día del incendio tenía 2,47 gramos de alcohol por litro en la muestra de sangre) y que acababa de desvanecerse el proyecto de abrir un nuevo negocio en Valencia.

Sin embargo, ni el juzgado que instruyó el caso ni la Audiencia de Valencia consideran que hoy por hoy existan pruebas o indicios que apunten a un posible asesinato y tampoco que pueda atribuírsele a la pareja del fallecido. El tribunal provincial considera además que el informe criminológico «no aporta ningún elemento nuevo o dato que permita desvirtuar las conclusiones del auto de sobreseimiento provisional» y que tampoco introduce «datos objetivos no conocidos sobre la investigación», por lo que estima que se trata de «una interpretación de la parte sobre los hechos que se conocen».

Pese al varapalo que acaba de recibir de la Audiencia de Valencia, la hija de Enrique Fianza no tiene pensado rendirse y advierte que seguirá indagando por su cuenta para intentar aportar nuevas pruebas que permitan reabrir el caso y dar respuesta a las preguntas que comenzó a hacerse cuando enterraron a su padre en el cementerio compostelano de Boisaca. «Ese día dejé de pensar que había sido un accidente o un suicidio», sentencia.