El fin del confinamiento echó a los compostelanos a los parques; muchos, no sabían de su existencia y acaban de descubrirlos

Susana Luaña

Cuando el sábado 2 de mayo los compostelanos pudieron salir de nuevo a la calle tras mes y medio de confinamiento, una joven que caminaba por O Restollal le dijo a la amiga que la acompañaba, indicando hacia el cauce del río Sar: «Ahí creo que hay un parque, me lo dijo mi madre». Como ella, muchos descubrieron lo verde que es Santiago en esos días. Con las cafeterías y las tiendas cerradas, sin poder ir a clase y necesitados de esparcimiento, los compostelanos emplearon esa hora de gracia que al principio se les concedía para estirar las piernas en visitar y conocer los muchos parques, jardines y rutas de senderismo que tiene Santiago más allá de la Alameda. Lo curioso es que algunas de esas áreas de recreo siempre estuvieron ahí —otras no, ya que se fueron creando o recuperando en los últimos años— pero la mayoría de los vecinos vivían de espaldas a ellas.

Algo parece haber cambiado, sin embargo, en las costumbres de los compostelanos. Como en otras muchas facetas, la crisis del coronavirus también está dejando su impronta en los hábitos de los ciudadanos, más preocupados por su salud. Al menos esa es una de las conclusiones que parecen extraerse tras tres meses de pandemia, porque seis semanas después de esa irrupción de caminantes y corredores, la ocupación media de los parques de la ciudad sigue siendo alta. Quizás porque hacía falta respirar aire puro y estirar las piernas. Quizás porque llega el verano.

En todo caso, los compostelanos están de enhorabuena. Porque en la ciudad se hace camino el andar y, si de algo anda sobrada, es de parques y jardines. Es, de hecho, una de las urbes españolas con más zonas verdes —52 metros cuadrados por habitante—. En total, sumando parques tradicionales como la Alameda, zonas verdes patrimoniales como Bonaval, antiguas huertas recuperadas como Belvís, rutas de senderismo como las del Sar y Sarela o bosques de reciente creación como el del Gaiás, la ciudad cuenta con millón y medio de metros cuadrados (150 hectáreas) repartidos en una veintena de espacios públicos en los que disfrutar de la naturaleza y practicar uno de los deportes más antiguos, sanos y baratos que existen. Ya lo decía un viejo anuncio: «Quien mueve las piernas, mueve el corazón».

Veinte zonas aptas para caminar

Hace un año, el gobierno local de Compostela Aberta puso en marcha la campaña Camiñar é saúde, que iba acompañada de un díptico que se repartió por los centros socioculturales del municipio y que recogía veinte itinerarios en los que practicar una actividad física moderada, aptos para todas las edades. En total, suman 1,5 millones de metros cuadrados verdes a la puerta de casa de todos los compostelanos. Con recorridos que van de los diez minutos en parques pequeños a los cuarenta en rutas más largas, si algún atrevido se propone hacerlos todos de una tirada, necesitará más de siete horas para cumplir su objetivo.

Alameda. El parque compostelano por antonomasia, con especies arbóreas singulares y maravillosas vistas de la Catedral y del casco histórico, consta de 56.087 metros cuadrados en un recorrido que lleva, aproximadamente, treinta minutos cumplimentar.

Parque Eugenio Granell. Con 120.000 metros cuadrados en el entorno de O Paxonal, el recorrido es de treinta minutos.

Parque de Vista Alegre. La Finca Simeón tiene una superficie de 35.000 metros cuadrados que se recorren en tan solo diez minutos.

Paseo fluvial del Sarela. La recuperación de los senderos paralelos al río descubrieron paisajes desconocidos de la ciudad. Recorrerlo lleva, aproximadamente, treinta minutos.

San Domingos de Bonaval. Siempre estuvo ahí, pero muchos compostelanos, y también sus mascotas, lo descubrieron en la desescalada. Son 36.963 metros cuadrados que se recorren en veinte minutos.

Parque de Belvís. Su recuperación, hace años, mostró a vecinos y visitantes las hermosas huertas que escondían los interiores de los patios compostelanos. Son 30.604 metros cuadrados que se recorren en veinte minutos.

Campus universitario sur. Un entorno excelente para un campus de excelencia pendiente de que se le retire el tráfico rodado y los aparcamientos. Ocupa 400.000 metros cuadrados.

Carballeira de San Lourenzo. Sus viejos carballos forman parte del patrimonio compostelano. Son 8.287 metros cuadrados y se recorre en cinco minutos.

Parque de Galeras. El paseo crece si se suma al de la Alameda y al del Sarela. 31.153 metros cuadrados. Diez minutos.

Finca do Espiño. Espacio singular y desconocido. 18.000 metros cuadrados. Diez minutos.

Granxa do Xesto. La mayoría de los compostelanos no sabe de su existencia. 82.711 metros cuadrados y cincuenta minutos de paseo.

Brañas de Sar. Un fantástico paseo a orillas del Sar a cinco minutos del centro. Son algo más de cuatro kilómetros que se recorren en cuarenta minutos.

Parque do Lago. Uno de los espacios verdes del complejo del Gaiás. Ocupa 51.163 metros cuadrados.

Pablo Iglesias, Blanco Amor y San Caetano. Suman 54.652 metros cuadrados y se recorren en treinta minutos.

Monte da Almáciga. Vistas espectaculares de la ciudad. 37.339 m2. Treinta minutos.

Parque da Música. En el entorno del auditorio.

Burgo das Nacións. Son 27.000 m2 en el campus norte.

Fermín Bouza Brey y Alexandre Bóveda. Suman casi 50.000 metros cuadrados.

Parque de Carlomagno. En As Fontiñas. Son 156.403 m2. Treinta minutos.

Bosque de Galicia. Ambicioso espacio de recreo creado en el entorno del Gaiás. Ocupa 24 hectáreas y se recorre en cuarenta minutos.