José Castillo: Una pieza clave en la investigación sanitaria

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

CARMELA QUEIJEIRO

La lucha contra el ictus es el gran caballo de batalla de este especialista en el campo de la neurología

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El azar quiso que estudiara Medicina, rama por la que se decantó cuando su padre lo obligó a regresar a Galicia tras ser detenido por participar en una manifestación en Barcelona, donde estaba cursando Ciencias Naturales, pero la sanidad acabó siendo una vocación que quedaría para siempre marcada en su código genético. Tras ejercer como médico durante toda su vida profesional, casi siempre ligado al Clínico y a la universidad compostelana, José Castillo se resiste a jubilarse del todo y sigue trabajando como director científico del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), una institución que ayudó a impulsar hace una década.

Él está convencido de que las claves de la medicina son el arte, que pasa por escuchar, comprender y aconsejar a los pacientes, y la ciencia, la que realmente cura y mejora la calidad de vida de los enfermos: «Hay que compaginar el conocimiento científico con la forma humana de administrarlo, pero el arte sin ciencia es un fraude en medicina». Pone como ejemplo lo ocurrido con el covid-19: «Por desgracia, no hemos tenido ciencia que aplicar a los pacientes, porque no hay tratamiento, solo buen trato y fue eso lo que nos hizo merecedores de los aplausos».

Para evitar esas carencias a nivel científico, José Castillo impulsó, junto con un grupo de compañeros amparados por el Clínico y la USC, un instituto de investigación sanitaria, que vio la luz en el 2010 y que pasó a dirigir al año siguiente. Pese a que esta institución abarca un amplio abanico de especialidades, él se decantó por la neurología, un ámbito en el que llevaba tiempo trabajando. También en la elección de esta rama tuvo mucho que ver el azar: «Cuando terminé la residencia de medicina interna se estaba diseñando la primera unidad de neurología de Galicia en Santiago y yo estaba en el lugar adecuado. Me acabó apasionando y, después de 45 años ejerciendo, puedo decir que soy neurólogo de corazón».

El ictus es su gran caballo de batalla: «Siempre lo fue. El investigador tiene que ser como un buldog, agarrar a su presa y no soltarla nunca». Ver a personas que lo habían sufrido y no poder hacer prácticamente nada para ayudarlas, tener que primar el arte sobre la ciencia, llevó a José Castillo a poner todo su empeño en darle un vuelco a las estadísticas. Ahora se muestra orgulloso de los logros: «Cuando yo monté la primera unidad de ictus en Galicia, la mortalidad era del 20 % y hoy es del 8 %. Y realmente, lo más importante es mejorar el estado de aquellos que sobreviven». Consiguió disminuir esas secuelas a través de la instauración de un plan pionero, para que todos los gallegos tengan acceso al máximo nivel terapéutico mediante la recanalización de los vasos obstruidos.

Sueños por cumplir

Pero el gran sueño de este médico que decidió establecerse hace cuatro décadas en A Pobra todavía está por cumplir: «Mi ilusión es contribuir a la ciencia de forma definitiva, desarrollando un protector que pueda ser administrado en los primeros momentos sin necesidad de tac ni resonancia, para que la progresión de la enfermedad quede bloqueada». Es una gran ambición, pero cree que está al alcance de su mano, pues su equipo ya cuenta con la financiación para la fase tres del tratamiento, previa a la producción del mismo para su administración.

José Castillo tiene otro sueño, que considera mucho más difícil de cumplir, que la investigación sea un campo más valorado. Asegura que solo así se podrá hacer frente a pandemias como la del coronavirus: «España no ha sabido reaccionar por falta de medios, pero no aprendemos». Pese a ello, se muestra optimista de cara al futuro: «Dudo que desaparezca, pero no se va a repetir lo ocurrido, de eso estoy seguro. Aparecerán casos más leves y puede que algún brote puntual, será como la gripe».

Él seguirá, con sus compañeros del IDIS, aportando también su grano de arena en este campo: «Estamos buscando accesos para vehiculizar la vacuna». Y añorando sus años de médico: «Lo que más echo en falta es la asistencia. Para un médico, lo peor es la pérdida de contacto con el paciente, del que yo soy un ardiente defensor. Muchas enfermedades desaparecen cuando el doctor escucha sin prisa y sin un ordenador de por medio».