Primavera sin primeras comuniones: «Tengo miedo por los mayores»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

El párroco de Sar, Porto Buceta, ya ha tenido que suspender sin fecha 97 celebraciones

23 abr 2020 . Actualizado a las 23:18 h.

Los hosteleros más centrados en fiestas por la celebración de primeras comuniones deberían estar en la temporada alta de trabajo y, sin embargo, solo reciben llamadas de familias preocupadas. «Nos llaman y no dicen mucho más que la intención de aplazar la primera comunión. No dan fecha nueva, porque no saben cuándo podrán hacerla ni las condiciones en las que se recuperará la normalidad. Hay preocupación. Primero es la salud, pero la incertidumbre genera más angustia», explica Manuel Pérez Lois, de Fogar do Selmo. Por ahora, se suspendieron entre 60 y 70 celebraciones en su restaurante.

Óscar Corral, gerente de Los Robles, una de las salas de eventos que más celebraciones organiza en Santiago, coincide en que la «incertidumbre mueve a dejar abierta la fecha. Se anulan pocas. La mayoría se están cancelando para aplazarlas sin fecha», matiza. La avalancha de comuniones se esperaba para junio. «Los que ponen fecha reservan para septiembre y octubre. Pero tampoco hay nada cerrado, porque todo dependerá de las condiciones de la vuelta a la normalidad», comenta Óscar Corral.

En una situación similar están los profesionales de la fotografía. Mariluz Iglesias, de Foto Mosteiro, recibe el goteo de suspensión de trabajos casi a diario. «Las comuniones, y los bautizos también, se aplazan sin fecha. Las bodas se dejan para el año que viene. Lo peor es la falta de ayudas para el gremio y el papeleo interminable», comenta Iglesias, que tenía en estas fechas una potente fuente de ingresos.

Las familias compostelanas con niños en edad de celebrar su primera Comunión optan por la prevención. «Tenía claro que no iba a arriesgar a los mayores de la familia. Cambio para el año que viene por tranquilidad. Y los niños lo aceptaron. Están más preocupados por perder el cámping que por la primera comunión», explica María Sánchez Fernández. Sus hijos -María, de 9 años, y Pablo Brión Sánchez, que cumplirá 8 en agosto- tenían casi todo listo para la celebración, que iba a ser en septiembre en Sar, donde el párroco Porto Buceta ya confirmó la suspensión de 97 comuniones. María fue en febrero a mirar los trajes de los niños. «Quedé pendiente de prueba y pagué la mitad. Cuando abra el comercio me darán una solución», señala.

María Sánchez vive la primera comunión de sus hijos «como «el acto religioso que es. Y por eso no me produce angustia. No íbamos a hacer una gran fiesta, sino algo familiar», indica. María confiesa su preocupación por el riesgo a un contagio de coronavirus: «Yo tengo miedo, y por ahora estamos a salvo, pero cuando se empiece a salir no se sabe cómo lo haremos ni las condiciones para celebrar reuniones. Ahora mismo sé que el mayor riesgo es ir al supermercado. ¿Pero qué pasará después? Mientras no haya vacuna o medicinas, la situación es preocupante», sostiene.

Ana Iglesias también decidió dejar la comunión de su hijo Hugo para el año que viene. «Ya veremos la fecha». No saber cuáles serían las condiciones de la vuelta a la normalidad y, sobre todo, la necesidad de proteger a los abuelos y bisabuelos pesó más que el deseo del niño por la celebración. «No teníamos pensada una fiesta exagerada, y procuramos inculcarle al niño que la comunión no se hace por los regalos, así que no supuso un problema para él». Ni siquiera una merma económica: «Era para septiembre, y no había comprado nada todavía». Y tampoco le pusieron pegas al posponer el reportaje fotográfico.

XOAN A. SOLER

«En septiembre no puede ser, porque es la vuelta al colegio»

Marga Labarta Carreño tuvo claro, en cuanto se empezó a vislumbrar que el coronavirus obligaría a un confinamiento que «no era cosa de 15 días», que la primera comunión de su hijo Mario «había que dejarla para otro año». Mario Lado Labarta cumplió 9 años el viernes pasado, y hasta tuvo la mala fortuna de que los voluntarios de Protección Civil ya habían ido unos días antes a felicitar a su hermano y no había opción de volver. Celebrar su cumpleaños encerrado en casa es un problema mayor para Mario que la necesidad de aplazar su comunión para el año que viene. «No está molesto por eso. No planteamos la comunión como un evento por todo lo alto», indica Marga. De hecho, no tenía cerrada la reserva en el restaurante. «Íbamos a ser unos 17 más o menos, la familia más cercana». El primer fin de semana del confinamiento tenían previsto ir a casa Rosinda «para comer y dar el pago de la reserva. Se cerró todo y ya nos hicimos nada».

El gasto de la ropa, en cambio, sí que lo tenía hecho, pero «no en un traje clásico. Prefiero que vaya muy guapo, pero con ropa de calle. Creo que no tendré problema. Cuando todo pase, pediré devolverla o un vale para el año que viene», comenta Marga Labarta.

Cuando le plantearon celebrar la comunión en septiembre junto a otros niños, en San Lázaro, rechazó la fecha. «En septiembre no puede ser. Para mí septiembre es mi cuesta de enero. La vuelta al colegio no me permite mucho margen». Por otro lado, a Marga siempre le gustó vincular las celebraciones importantes con fechas señaladas. Su hijo Hugo iba a hacer la primera comunión el próximo 17 de mayo, por lo significativo de la fecha. «Con el paso de los años, es más fácil recordar el día de la primera comunión, al ser el Día das Letras Galegas. Es una costumbre que quiero mantener», reivindica.