Míster Burger o Mac Burger, el debate de la generación que comía por 2 euros

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLER

Los dos locales sobreviven desde los 80 en el Ensanche a las grandes cadenas y a las franquicias «gourmet»

20 feb 2020 . Actualizado a las 22:31 h.

La madurez es todo lo que pasa entre aquellas tardes en las que te gastabas las últimas 180 pesetas de la semana en una hamburguesa completa y el momento en el que tu hijo adolescente te pide veinte euros para ir con los amigos a cenar exactamente eso, una hamburguesa.

Hablar en el 2020 del Míster Burger y el Mac Burger no es un ejercicio de nostalgia, sino una reflexión tan trivial como voluntaria sobre la economía doméstica de esa primera generación de compostelanos y de estudiantes que tuvieron cuatro duros en el bolsillo y que practicaban la emancipación a tiempo parcial en locales de colores vivos en busca de un presunto estilo americano. Y también es un premio a la resistencia. Los dos abrieron sus puertas en la segunda mitad de los 80, con meses de diferencia, y aguantaron en la misma calle de Santiago de Chile hasta que el Míster se trasladó a un local cercano en Frei Rosendo Salvado, hace solo tres años.

En estas tres décadas no han cambiado de dueños. Manuel Novás cogió las riendas del Míster en 1988, cuando todavía faltaba un lustro para que llegase a Compostela el primer local de comida rápida de una multinacional, el McDonalds de Área Central, que también fue el primero de Galicia. La revista The Economist llevaba dos años elaborando su singular índice Big Mac para comparar el poder adquisitivo de los países. Entonces, por las 300 pesetas (1,8 euros) que costaba en España la doble de carne podías aspirar a un menú completo en el Míster, con patatas y Coca Cola pequeña de máquina. 

Novás observa con interés la reciente moda de las franquicias gourmet, con las hamburguesas a precio de chuleta, por encima de los diez euros. No le molesta, al contrario, «hace que los clientes valoren más nuestro producto», que sigue siendo sensiblemente más económico pese a haber multiplicado por cuatro su precio, casi como el tabaco. Una hamburguesa completa cuesta ahora 4,95 euros, y si se añaden patatas y un refresco, 8,90, un precio de menú que ya se acerca al de las grandes cadenas norteamericanas, asentadas ahora con varias marcas dentro y fuera de los centros comerciales. 

José Tuñas, al frente del Mac Burger desde finales del 87, recuerda perfectamente el precio de su hamburguesa estrella cuando abrió: la de pollo costaba 200 pesetas (1,2 euros). Ahora cobra 4,20 euros y sigue siendo un bocado excepcional, como certifican los clientes que han situado a su negocio como el mejor de la ciudad en comida rápida en la página de reputación TripAdvisor.

Tuñas admite que el momento actual es complicado, y añora los años en los que Santiago de Chile era el epicentro de un agitado universo de «más de 40.000 estudiantes» que vivían intensamente en unas pocas calles. La tarta de las hamburguesas se la repartían entonces La Jarra -un poco más abajo-, el Galeón, que sigue trabajando y ampliando su fórmula por el casco histórico, y el Bar Latino, estos dos últimos con más de tres décadas de servicio sin interrupciones.

El otro duelo de planchas y bocatas de vuelta y vuelta estaba en la Rúa Nova de Abaixo, la calle más loca de la movida. En la última década fueron cerrando el Frankfurt y el Chiquito, que no tenían mesas para sentarse. Ni falta que hacían. La vida iba más rápido que la comida.