Eva Millet: «Reivindico una infancia más relajada, sin tanta ansiedad precoz y virulenta»

Joel Gomez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Ramón Leiro

El lunes habla de la sobreprotección en las jornadas de infantil del colegio Peleteiro

10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La hiperpaternidad «básicamente consiste en una crianza obsesiva, estar muy encima del niño o de la niña todo el día, supervisando lo que hace, resolviendo sus problemas por pequeños que sean, anticipándose incluso a problemas que pueda tener y sobreprotegiéndolos y hiperestimulándolos. Los hiperniños hacen muchas cosas porque tienen que hacerlas para formarse al máximo. Esto a grandes rasgos es el modelo que explicaré con más detalle en mi charla», afirma Eva Millet, periodista y escritora especializada en educación y crianza. El próximo lunes, a las 16.45 de la tarde, hablará en el colegio Dolores Ramos-Manuel Peleteiro, en el Ensanche, en las segundas jornadas de educación infantil. Es un acto abierto a las personas interesadas, inscritas previamente, que durará sobre hora y media. Compartirá con padres de escolares de 0 a 6 años, y con docentes, los peligros de la sobreprotección y de la hiperpaternidad. «Hijos sobreprotegidos, adultos paralizados», indica.

Eva sostiene que la hiperpaternidad «es un estilo de crianza en auge en el siglo XXI, típico de ciertas capas de la sociedad, sobre todo de clases medias y altas; porque si criar hijos estándar ya cuesta dinero, tiempo y esfuerzos, criar hiperhijos es aún más costoso. Muchas veces empieza incluso antes de ser padres, antes de que nazca su hijo el padre o la madre ya se han hecho una idea de cómo va a ser. Esto es muy americano. En cierto modo la hiperpartenidad es una muestra de la epidemia de narcisismo que nos invade, en la que el hijo se ha convertido en un signo de estatus, es una forma de reflejar lo que tú eres».

La educación infantil y primaria, destaca, «son etapas clave para este tema, de ahí que sea importante tratarlo con padres, madres y docentes. Aunque hay hiperpaternidad en secundaria, en bachillerato y en la universidad. Yo tengo dos hijos, de 17 y 14 años, y detecté ese modelo de crianza en mi entorno desde que fui madre por primera vez. Como soy periodista empecé a escribir sobre ello. Ahora cada vez es más exagerado. Se exige a los padres, para supuestamente ser buenos padres, darle todo al hijo, que no le falte nada para que llegue donde tiene que llegar. Si le preguntas por cómo está el hijo te dan el currículo de todo lo que hace, lo que va a hacer y a dónde va a llegar», indica Millet.

Esa hiperpaternidad tiene varias causas, dice. Primero, demográficas, por el descenso de la natalidad. Y, además, «hay mucha ansiedad en esos padres para que el niño consiga un buen trabajo, triunfe y se desenvuelva en un entorno cada vez más competitivo. Y mucha ansiedad por parte de los hijos para cumplir todas esas expectativas. En esa carrera por conseguir el hijo perfecto, renacentista casi, que hace de todo, se está olvidando que la educación no solo es tener muchos conocimientos y experiencias, sino también formar el carácter de nuestros hijos, darles herramientas emocionales para tirar adelante tan sencillas como son la paciencia o el aprender a equivocarse. Eso se está olvidando. Se insiste mucho en la educación académica y se olvida la educación del carácter, y la educación es la suma de ambas».

Millet reprueba el que denomina «modelo de crianza intensiva», que abordó en dos ensayos y en una novela, además de en su producción periodística. Resalta la relevancia de la ansiedad, que define como «una emoción fundamental, que bien gestionada nos ayuda; pero cuando se desboca hace la vida imposible. Y en las infancias de hoy desgraciadamente hay mucha ansiedad. Por eso reivindico una infancia más relajada, sin tanta ansiedad precoz y virulenta, en gran parte provocada por este estilo de vida frenético que no es nada natural y que lleva a la hiperpaternidad y a la sobreprotección».