Aún se puede oír la llamada del afilador en Compostela

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

P. Calveiro

Ángel Souto aprendió el oficio de su padre y cada sábado hace sonar su chiflo por el casco histórico

07 ene 2020 . Actualizado a las 11:57 h.

Pertenece a una especie en vías de extinción, los afiladores. Cada vez es menos habitual oír su llamada, ese sonido característico del chiflo resonando por las calles, el que inmediatamente hace salir de sus moradas a vecinos y comerciantes con cuchillos, tijeras y demás instrumentos cortantes para su puesta a punto. Es el efecto casi mágico del instrumento que tocan. Ángel Souto Pazos lleva encima dos, a falta de uno. Este ourensano, afincado en Porto do Son, aprendió el oficio de su padre, Manuel Souto, también afilador, y cada sábado recorre el casco histórico de Santiago con sus chiflos «dende fará nove anos, tranquilamente». Cuenta que lleva encima uno que pertenecía a su progenitor, casi como un amuleto, porque tiene cerca de 50 años y aunque sigue sonando ya no lo hace como antes. Y, además, otro más actual, de plástico, el que usa habitualmente. «Teño clientes fixos e cada vez máis, sobre todo restaurantes, peixarías, algunha carnicería e costureira, e tamén persoas particulares», dice. Su presencia no pasa inadvertida en la zona monumental, afirma: «Os peregrinos, sobre todo no verán, sacan fotos e vídeos. Chámalles a atención». «Antes era a roda e a bicicleta. Eu xa estou máis modernizado. Levo un carriño e un xerador para afiar», añade. Lo que no cambió prácticamente nada es el oficio: «Segues afiando as mesmas tesoiras, os mesmos coitelos... o que si mudaron foron os materiais, pero pouco máis». Y continúa siendo un trabajo ambulante, expuesto a las inclemencias del tiempo, al calor en verano y a la lluvia y frío en invierno. «Hai que facelo. Non da para facerse un rico, pero si para sobrevivir dignamente, que é o principal». Durante el resto de la semana, trabaja entre Vilagarcía, Noia, A Pobra, O Son y hasta Fisterra. Ya le han pedido que acuda a otros lugares, como Lugo o A Estrada, «pero éme imposible chegar a máis sitios». ¿Si faltan afiladores? «Facían falta un par deles máis. Afiadores aínda hai uns cantos, pero que saiban afiar ben xa non tantos. O oficio transmitido de pai a fillo, de xeración en xeración, estase perdendo. Quedamos contados cos dedos da man».

XOAN A. SOLER

Nadie faltó a la cita

Entre los muchos padres que asistieron el domingo a la cabalgata de Santiago había varias caras conocidas. El Alquimista de Pontepedriña, Moncho Fernández, fue de los que salió a la calle para recibir a los Reyes Magos. El técnico del Obradoiro, casado con Raquel y con dos hijos, Lola y Guille, no quiso faltar para cuando los magos de Oriente pasaran revista.

XOAN A. SOLER

También se encontraba entre el público, disfrutando del espectáculo, Federico Martinón, jefe de Pediatría en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago.

Así cumple Sabela Arán

La actriz compostelana Sabela Arán recibió una sorpresa muy especial por su cumpleaños. Hizo 32 años el 25 de diciembre. En su casa son de Reyes Magos, por lo que «fui la única que abrió regalos ese día», explica. Lo que no se esperaba era lo que le deparaba este fin de semana, cuando sus amigos le organizaron una fiesta sorpresa. «Yo no tenía idea de nada. Quedé con grupo más cercano para ir a picar algo el sábado», relata. Y, con la excusa de ir a buscar un paraguas que habían olvidado en Flor do Toxo, la llevaron hasta el local de copas de la rúa de Xelmírez. Allí la esperaban agazapados una treintena de personas: «Había muchísima gente, vino mi madre también —Isabel Román (Chiqui)—, y otros que no estuvieron pero se encargaron de organizarlo». Entre los regalos, un pañuelo de David Bowie arrancó las lágrimas a esta melómana y «unas luces de neón, las típicas discotequeras, que llevaba tiempo mirando para casa», comenta. Pero a veces los detalles más baratos son los que más ilusión hacen. La dueña de Flor de Toxo, Lucía Martínez Facorro, le hizo su propia estrella del Paseo de la Fama. Tanta Gracia le hizo a Sabela que pidió quedársela. «No creo que vuelva a ver otra de estas con mi nombre», bromea.

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