Chus Iglesias: «Me quedé embarazada en el Camino después de doce abortos»

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLER

El alma máter de las cenas de Navidad del  Paluso dice que esa fiesta «engancha al ver la cara de la gente, su variedad»

09 dic 2019 . Actualizado a las 09:00 h.

A falta de menos de 20 días para que la Festa do Paluso, el verdadero espíritu navideño, tome la Alameda compostelana con una carpa en la que se sirve una cena el 24 y una comida el 25 para todos los «pobres en soledad», nos citamos delante del palco de la música con su alma máter, Chus Iglesias, para conocer su lado más personal. El humano no necesita presentación.

Es en el propio parque donde esta picheleira declarada de 63 años no duda en mostrar un tatuaje símbolo de su dura lidia, ante la que, sin embargo, no pierde la sonrisa. «Cuando enterramos a mi hija mayor, que ahora tendría 43 años, queríamos poner en la lápida algo que la recordase. En un cuaderno tenía pintadas dos palomas mirándose», recuerda sobre un dibujo que pasó a ser el anagrama del bar que montó en Conxo tras su vuelta de una larga emigración en Suiza y al que ya llamó Paluso, acrónimo de sus hijos Patricia, Luis y Soana. La charla remite a ellos, a su marido y a la fiesta de forma incesante.

«Una de las muchas anécdotas que guardamos de estas comidas navideñas, cuando aún se hacían en el propio bar, fue la de una pareja de peregrinos que no sabían dónde dormir el 24 y pasaron la noche en el comedor. En una carta me contaron que habían concebido a su hija allí», comenta conmovida antes de regresar a su propia vida. «Yo me quedé embarazada de mi hija pequeña haciendo el Camino de Santiago después de 12 abortos. Fue en el año santo de 1993. Los mayores tenían ya 18 y 15 años cuando nació Soana-Désirée», revela sobre esa hija que como reza su nombre francés era muy deseada. 

Sin miedo a la vida

Pregunta obligada: ¿qué tal estás? «Siempre digo lo mismo. Estoy genial, viva», declara bien alto sobre el cáncer de mama del que aún no le dieron el alta, una lucha a la que no resta gravedad pero que busca desdramatizar. «Soy optimista. Siempre digo que si en la vida no vas para adelante, te empuja. Y tienes que serlo, sobre todo por tu entorno. Pero sabes por qué soy así, porque no le tengo miedo a la muerte ni a vivir», confiesa. «Me da rabia que me digan que soy fuerte. No, soy valiente. Sabes que vives el resto de tu vida con esa espada de Damocles pero no me importa si puedo seguir disfrutando de lo mío», defiende. En ese «vivir a tope» incluye poder cantar en el coro Cardenal Quiroga de la Catedral y en el de Cantigas e Agarimos. «Este último para mí es la alegría. Nunca hablo en gallego y desde que estoy allí, sí», relata. Como otro proyecto a retomar cuando pueda volver a conducir es su labor altruista con los sintecho. Subraya que «antes salíamos todas las noches para llevarles compañía».

Tras cerrar el primer bar Paluso de Conxo, entre otras razones, «porque necesitaba tener un horario», reabrió hace años un establecimiento con el mismo nombre, primero en Milladoiro y, en el 2017, en el Polígono del Tambre, una iniciativa que tuvo que abandonar por el cáncer y para la que sí que no hay vuelta atrás. «La hostelería quedó cerrada para mí», confirma, aunque con una salvedad, el Paluso, que este año celebra su edición número 25 y para el que volverá a ponerse al frente de los fogones. «El año pasado hacía un mes que me habían operado y no me dejaron preparar nada, por eso pude disfrutar más de la gente, de los niños», rememora. «Pero cada edición es igual de gratificante. Siempre digo que esta fiesta engancha al ver la cara de la gente, su variedad», insiste destacando la implicación de los Amigos do Coro da Rá, que con una gala recaudan fondos, y de los propios voluntarios, como el italiano Simone Negrín, por el que este año se incluirá en el menú un panettone. Como otra novedad desliza que habrá churros.

Para el final se guarda su proyecto vital más emotivo. «Llevo 45 años junto a Serafín. Nos casamos cuando mi hija mayor tenía siete porque ella nos lo pidió. Pero el año pasado, en el día de la madre, fue él el que me lo volvió a pedir. Y nos casaremos de nuevo, de verdad, con toda la ilusión».