Santiago reclama a la Xunta inspecciones para aflorar los 900 pisos turísticos ilegales y no convertirse en Barcelona o Venecia

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

xoan a. soler

El Eixo Atlántico alerta de que el turismo masivo eleva los precios de los alquileres y desplaza a los estudiantes a la periferia

27 nov 2019 . Actualizado a las 19:48 h.

Los pisos turísticos han llegado para quedarse, son necesarios en la oferta de alojamiento de Santiago y suponen beneficios para la economía, pero sin más regulaciones y limitaciones pueden provocar importantes daños a la ciudad elevando el precio de los alquileres convencionales, impidiendo que los estudiantes puedan vivir en el centro y acaben en Milladoiro y otras zonas de la periferia, o haciendo que los vecinos de toda la vida sean desplazados del casco histórico y la zona monumental quede convertida en un parque temático.

Estas son, en trazo grueso, las conclusiones del nuevo informe sobre impacto del turismo en Galicia y el norte de Portugal que acaba de editar el Eixo Atlántico y que han presentado en Santiago el secretario xeral de esta entidad, Xoán Vázquez Mao, el alcalde compostelano, Xosé Sánchez Bugallo (PSdeG-PSOE) y dos de las autoras del estudio: Ana Carricoba, que es funcionaria del Concello de Santiago, y la portuguesa Ana Luisa Ladeiras.

En Santiago hay más de 600 pisos turísticos legales, que cuentan con la autorización de la Xunta para operar, pero hay también una bolsa de entre 800 y 900 pisos que ni figuran en ningún registro ni pagan impuestos. Es en este segundo grupo en el que el regidor compostelano cree que hay que actuar de modo prioritario, para lo que reclama al Gobierno autonómico que ejerza su competencia y multiplique las acciones de la inspección turística sobre estos establecimientos irregulares.

Para Bugallo, los aproximadamente 1.500 pisos turísticos que hay actualmente en la ciudad no tendrían que suponer un problema «xa que o parque total de vivendas é de 50.000, polo que só representan o 3 %», explica. Sin embargo, están causando más  desajustes de los deseados porque casi todas están concentradas en la zona monumental o en la Rúa de San Pedro.

El alcalde también quiere que la coordinación con la Xunta sea mayor, ya que en la actualidad el Gobierno gallego concede autorizaciones a pisos turísticos que el Ayuntamiento considera ilegales en virtud del plan especial. Para evitar esta incongruencia, Bugallo pide que el permiso tenga que contar con el visto bueno de ambas administraciones.

El informe del Eixo Atlántico propone cuatro medidas que van en la línea de lo que el regidor santiagués aboga para la ciudad. Por un lado, poner en marcha políticas municipales que eviten que los pisos turísticos tengan efectos perniciosos sobre el precio de los alquileres convencionales o las viviendas disponibles para los estudiantes. Por otro, aumentar el control sobre este tipo de alojamientos. Y no solo en el ámbito fiscal o administrativo, sino también de la seguridad. «Agora mesmo, non sabemos quen está en cada piso turístico, non pasa como nos hoteis que teñen que informar dos seus clientes á policía ou a Garda Civil, así que pode haber un criminal que pase desapercibido», explica el alcalde.

Santiago también apuesta por, como concluye el estudio del Eixo Atlántico, ir desviando los pisos turísticos hacia zonas periféricas. De eso modo, no se pierde el beneficio que suponen para la economía, pero se minimiza la presión sobre el casco histórico. Esta experiencia se ha puesto en marcha con éxito en Londres y es el modelo por el que aboga el informe, que también sostiene que hay que compensar a los colectivos perjudicados por la proliferación de los pisos turísticos.

Para ello, son interesantes experiencias como las que se están llevando a cabo en Portugal, donde hay universidades que tienen su propia inmobiliaria para que los estudiantes no tengan tantos problemas para alquilar pisos en la ciudad. En Braga, además, el ayuntamiento ha puesto en marcha un programa para que los universitarios puedan alojarse en viviendas de personas mayores en el centro. Los jóvenes se benefician de precios asequibles y ofrecen a cambio compañía y ayuda.