
El santiagués Jorge González regresó con su puesto a Milladoiro
13 nov 2019 . Actualizado a las 14:59 h.El suyo es uno de los puestos más esperados cuando empieza a arreciar el frío. Y es que Jorge González González calienta las tardes invernales con un must de esta época del año, chocolate con churros. El santiagués de 45 años lleva tres años alegrando las meriendas en Milladoiro (Ames). «La llamo la hora del hambre.Es cuando hay más gente», apunta. Su remolque llega a mediados de octubre junto al párking del Supercor para pasar la temporada. Allí se ha ganado un buen número de clientes que se rinden a este placer calórico de forma religiosa, de lunes a viernes por la tarde y el fin de semana también por las mañanas. El propio Jorge reconoce que los churros son su perdición, aunque a él le gustan más sin azúcar. Se hizo churrero, cuenta, hará unos diez años. «Fue la salida que encontré cuando me quedé sin trabajo. Había sido siempre repartidor autónomo y vendedor de congelados, hasta que llegó la crisis», explica. Entonces estaba casado y el padre de su exmujer, Temprano, tenía era uno de los churreros más conocidos de la zona. Poco a poco fue descubriendo los entresijos del oficio. ¿El truco para unos churros perfectos? «Está en todo, en cada parte del proceso, hasta en el aceite», indica este compostelano, que no falla nunca en las fiestas de San Xoán en su barrio, Vista Alegre. Aunque desearía trabajar en Compostela, «tengo que irme a otro concello para hacerlo. Aquí no conceden permisos, solo para cosas muy puntuales. Es una pena», dice. Su mayor orgullo es que la gente vuelva «para decirme que estaba riquísimo». Al día vende entre seis y nueve kilos de masa «de elaboración propia, nada de congelados», aclara. He ahí el secreto. «La receta es la tradicional. Es lo que sigue funcionando, aunque de vez en cuando pruebes rellenos y cosas nuevas», asegura. ¿Y cuándo acaba el invierno? Su chocolate con churros triunfa hasta cuando aprieta el calor, en plena costa. «Todos los veranos, entre junio y agosto, voy con el remolque a Corrubedo (Ribeira). Es curioso escuchar a los turistas franceses decir que lo que más les gustó fue el faro y los churros», comenta orgulloso.

Premio al compromiso
El compromiso, ir un paso más allá y mirar por el resto es una tarea no remunerada que uno elige libremente. Y precisamente eso es lo que se premió ayer en el Casino de Santiago, que nombró Socios de Honra a cuatro personas «por lo que aportaron a construir ciudad», tal y como destacó Ubaldo Rueda. Este reconocimiento recayó en Ramón Boullón Moure, que estuvo al frente del bar Azul durante 38 anos, «en los que promovió detrás de esa barra mil proyectos, tanto en el ámbito educativo como deportivo». También se distinguió a Emilio Lavandeira Prieto, fotógrafo y periodista Efe, por su especial implicación en la cultura y la educación; y al empresario editor Pedro Mouriño Uzal, que a través del periódico gratuito local Santiago Siete «ayudó a promocionar muchos temas y a empujar a la ciudad». Por último, el cuarto nombramiento fue para el nacionalista Rubén Cela Díaz «por su talante de cordialidad en el campo de la política». Los nuevos Socios de Honra (es la segunda edición) se proclamaron en el mismo acto en que se entregó el premio de Novela Europea a David Trueba. Una cita, por cierto, presidida por el conselleiro de Cultura e Turismo, Román Rodríguez, y el secretario xeral de Política Lingüística, Valentín García.

Impactados y satisfechos
Llevan desde la ESO trabajando juntos y es evidente que se les da bien. Su primera investigación sobre inmunología la acabaron en bachillerato. Y, a pesar de que no compartían clase en la carrera de Medicina, eso no impidió a José Rodríguez Gago y a Carlos de Frías, alumnos de la USC, avanzar codo con codo. Su último proyecto, Bactidec, que cuantifica en tiempo real la concentración de bacterias, ha logrado el premio nacional del programa Santander Explorer. «Estamos bastante impactados. No nos acabamos de creer que ganásemos entre los mil proyectos presentados en toda España. La valoración de los expertos fue la que nos dio la victoria», cuenta José, quien recogió el galardón de 30.000 euros (Carlos está preparando en este momento el MIR). Además de haberse llevado un viaje a Silicon Valley, el dinero «permitirá acelerar las fases del proyecto y es un premio que nos da a conocer de cara a futuros inversores», destaca. Precisamente se apuntaron en el programa «para saber como montar una start up, porque teníamos experiencia como investigadores pero nos faltaban conocimientos en innovación empresarial». El resultado, un éxito rotundo.
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