Nadie se resiste a la foto en el baño de Mr. Chu, el nuevo restaurante de Marcelo Tejedor

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Cedido

No hay ni un letrero a pie de calle ni ningún otro indicativo que anuncie el asiático y su sala ya se llena

11 nov 2019 . Actualizado a las 23:40 h.

En la compostelana rúa das Hortas, a pocos metros de la Catedral, se esconde un secreto a voces. Se llama Mr. Chu y, aunque no hay un solo cartel o indicación a pie de calle que anuncie el nuevo restaurante asiático, su sala suele estar llena. ¿El motivo? Marcelo Tejedor. Es el último proyecto gastronómico del chef, a solo un minuto de su mítica Casa Marcelo, con una estrella Michelin. Un grupo de privilegiados tuvo la oportunidad de conocerlo antes que el resto, en una serie de cenas con invitación con las que se fue puliendo el menú definitivo. Y el boca a boca hizo el resto a la hora de dar a conocer el negocio, oculto tras una puerta que no dice nada, que bien podría ser la de un hogar cualquiera. Pero, una vez se cruza, uno entra en una dimensión paralela. El Lejano Oriente se abre paso con una explosión de color, dragones y todo tipo de motivos asiáticos. «La decoración es lo que más llama la atención», dicen los clientes. Y el baño es el sumun de la ocurrencia. Allí decenas de maneki nekos esperan a los comensales que visitan el servicio. El ejército de gatos dorados de la suerte de Tejedor ha hecho de este aseo un reclamo más y ya se ha extendido su imagen por las redes sociales. Pocos se resisten a la foto en el baño del Mr. Chu. Han sucumbido a la tentación desde un referente del teatro como Fefa Noia a Teresa Abalde, la segunda clasificada de MasterChef 7. Más allá de lo estético, el restaurante ofrece un menú cerrado, por 35 euros, en el que domina un punto picante. Incluye, entre otros platos, una ensalada de algas y sésamo, pepino con kimchi, sopa de miso, dumplings de gambas, ajo y chile y un wok de pollo y arroz al vapor. De postre, un sabroso helado de vainilla. Eso sí, nada de café. Aquí la sobremesa se hace con sake, para quien lo quiera. Todos saben ya, a estas alturas, que a Tejedor no le van las medias tintas y en su nuevo asiático ha sido fiel al concepto, cuidando cada detalle. «La vajilla es espectacular y la cuenta la traen en una mini vaporera muy chula», cuenta el que ya pasó por ahí. Aunque hasta hace poco no hacía falta reservar, empieza a coger fama y por ahora solo abre los viernes por la noche, sábados para la comida y cena, y domingos al mediodía.

SANDRA ALONSO

Tango y milongas

Ella es de madre argentina y padre gallego, nacida en Compostela. Él, del país del tango, al que la anterior se fue hace más de 20 años y donde se conocieron. Ezequiel Merlo, el Cacha, lleva 15 años como bailarín y profesor y Chusa Pérez de Vallejo ha seguido sus pasos. Juntos están insuflando, poco a poco, el veneno de la milonga en Santiago desde la escuela de SanTango, que desde abril ofrece los sábados clases y un baile abierto en el centro de Vitalia. Entre sus alumnos hay un grupo de chicas, de entre 12 y 14 años, que están profesionalizándose, «aunque la mayoría es gente adulta, de 45 para arriba», cuenta Chusa. La pareja cree que los universitarios de la ciudad y las nuevas generaciones en general tienen todo un mundo por descubrir en el tango: «Nos enfocamos más al tango actual, el que bailan también los jóvenes, pero la imagen que hay de este baile asusta a la gente. Es una meta para nosotros romper esta barrera, porque además esta danza conlleva unos valores respecto al otro, al cuerpo y a escuchar que hacen falta entre los muchachos, acostumbrados a otros géneros en los que no se transmite esto». «Lo que funciona muy bien normalmente es la milonga que sigue a las clases. Suele venir gente de Vigo, Pontevedra, Lugo, Ourense... Se acercan de todas las ciudades, porque no las hay en otros sitios», explican.

Touro, paraíso micológico

En plena temporada de setas, Touro se convierte en un paraíso para los amantes de la micología. Con los bosques de Fao como telón de fondo y el entorno del río Ulla abriéndose paso a sus pies, una treintena de personas (entre ellas, Juan Martínez, presidente de Down Compostela) se embarcó ayer en la caza y captura de ejemplares. No iban a ciegas, ni mucho menos. Contaban con un experto micólogo como guía, Jaime Blanco, quien antes de la salida campestre impartió una charla práctica al grupo inscrito en las Xornadas Micolóxicas de Touro y, sobre el terreno, explicó las características de la gran variedad de hongos y setas encontradas.

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