Casi cinco horas encerrados en un avión de Vueling esperando a que despegase hacia Santiago

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

Los nervios se apoderaron del pasaje, retenido a causa de la tormenta en El Prat

24 oct 2019 . Actualizado a las 15:09 h.

El viaje se alargó más de lo esperado para los pasajeros que ayer embarcaron en el vuelo VY1681 operado por Vueling entre el aeropuerto de Barcelona y el de Santiago. El despegue estaba previsto a las nueve y media de la noche, pero la tormenta en El Prat hizo que se retrasase hasta las dos y cuarto, cerca de cinco horas, que se hicieron interminables para muchos de los afectados. 

Una pareja de Pontevedra que viajaba en ese avión cuenta indignada que solo les sirvieron agua como cortesía durante todo ese tiempo, «a pesar de que había personas mayores entre el pasaje a las que les podía haber dado un bajón de azúcar. Las azafatas nos dijeron que para comer algo había que pagar», puntualiza Camilo Lorenzo. 

El vecino de Pontevedra, que viajaba acompañado por su novia Cristina Torrado, explica que el vuelo «estaba casi lleno. Sobraban detrás unas plazas, pero no más de una decena. Embarcamos a la hora normal y no nos dijeron nada, hasta que una vez dentro nos informaron de que había un retraso por el tráfico aéreo y que había que esperar media hora». Los avisos de una mayor demora se fueron sucediendo, al tiempo que se iban caldeando los ánimos del pasaje. 

Imagen cedida por uno de los pasajeros
Imagen cedida por uno de los pasajeros

«A las tres horas, una señora se levantó y habló con una de las azafatas para pedir explicaciones y saber si teníamos derecho a abandonar el avión, o a comer algo, pero no tenían ni idea y la gente se empezó a molestar. Todo el mundo comenzó a levantarse de sus asientos y a pedir que nos dejasen salir para esperar en la terminal. Fueron momentos de confusión», relata, especialmente cuando empezó a salir humo de las rejillas del aire acondicionado. «Es algo normal, según nos dijo el personal de tripulación», añade, aunque en ese momento prohibieron expresamente grabar y sacar fotos dentro del avión, continúa Lorenzo.

Él llego a llamar a la Policía Nacional del aeropuerto del Prat para informar de su situación, aunque de poco le sirvió: «Me dijeron que tenían constancia de la situación y teníamos que esperar, que no se podía hacer de otra manera». No obstante, hubo tres personas que se apearon del avión y a las que se les advirtió previamente que perderían el dinero del billete y el derecho a volar. 

Sin indemnizaciones

Desde Vueling explican el día de ayer fue especialmente complicado en el aeropuerto barcelonés, por las inclemencias meteorológicas, algo de lo que informaron a través de sus redes sociales al ver las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). El de Santiago no fue el único vuelo afectado por regulaciones y hubo que espaciar otros aterrizajes y despegues durante toda la jornada. La compañía aclara que, una vez embarcado el pasaje, no se puede bajar del avión por una cuestión de seguridad. Y, al tratarse de una demora por condiciones adversas del tiempo, el pasaje no tiene derecho a una indemnización. 

«No queríamos una indemnización», aclara el pontevedrés, quien suele viajar a Barcelona y confiesa sentirse aliviado porque en esta ocasión no lo acompañaba su hija. «Fueron demasiadas horas sentados en el asiento, solo con un vaso de agua», apostilla.