Ponerse en la piel de un Asperger

Domingos Sampedro
D. Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Cinco jóvenes de Santiago crean una muestra para empatizar con su forma de vida

07 oct 2019 . Actualizado a las 18:27 h.

Ese día en que recibes un regalo, lo desenvuelves y ves un amoroso jersey de lana. Solo que, al probarlo, la sensación es tan áspera como vestir un felpudo. Es un síntoma de hipersensibilidad, un desorden muy común en personas con Asperger. Cinco jóvenes de Santiago asociados a este síndrome crearon una exposición, financiada por la Consellería de Política Social, en la que invitan a ponerse en la piel de un «aspi», como ellos lo llaman, para ver, sentir igual que ellos.

Pablo Jiménez, Guille Castro, Kuro Escalante y los hermanos Xan y Samuel Baliñas, el último no está diagnosticado de Asperger, pero le toca en la familia, son los promotores de una muestra interactiva que ya recaló en las facultades de Psicología y Magisterio de la USC y que la próxima semana viajará a la Facultade de Ciencias da Saúde en A Coruña.

Son jóvenes de entre 21 y 24 años, estudiantes de artes gráficas, programación o integración social, que presentaron un proyecto para visibilizar el Asperger y obtuvieron financiación de la Dirección Xeral de Xuventude para llevarlo a cabo. «Quixemos facer algo visual, e con actividades prácticas, para que o público se sinta máis identificado con nós», explica Pablo Jiménez.

Tres jerséis con 30 grados

Cada uno de los chavales es el responsable de uno de los cinco expositores que conforman la muestra. El de Samuel, presenta el Asperger; el de Guille, traslada las dificultades que tienen para reconocer las emociones sirviéndose de juegos de ordenador y de un photocall; Xan se ocupa del panel de comunicación, valiéndose de un aspictionary, la versión Asperger del Pictionary; Kuro aborda la hipersensibilidad, y Pablo, la prosopagnosia, la incapacidad de algunos Asperger para reconocer los rostros de familiares porque no logran integrar toda la información.

Y no es difícil meterse en su piel. En ese stand se muestra una foto del rostro de Rafa Nadal del revés. Imposible reconocerlo hasta girar el retrato. Así es el día a día de un «aspi», personas que pueden ponerse tres jerséis a 30 grados porque no sienten el calor o para los que los imperceptibles tic-tac de un reloj pueden convertirse en martillazos en los oídos. Se quejan de que se le reproche falta de empatía, pero lo que no abunda es la empatía hacia ellos.