¿Quién ha puesto ahí esa barandilla?

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

En la Praza da Quintana y otros lugares se instalaron pasamanos para mejorar la accesibilidad

04 oct 2019 . Actualizado a las 22:25 h.

En la forma de subir y bajar la escalera que une A Quintana de Vivos con A Quintana de Mortos se está produciendo un cambio de hábito. Hasta hace unos meses, lo más habitual era ver a las personas subir en diagonal, seguramente para tener la sensación de mayor seguridad y comodidad, pero desde la instalación de una barandilla junto a la pared de San Paio se obró un cambio de hábito. Ahora, jóvenes y mayores echan mano de la barra, especialmente para subir. La barandilla lleva allí varios meses, aunque no es fácil precisar la fecha exacta de su instalación. Algunos vecinos hosteleros creen que ya estaba en julio, otros incluso tienen la sensación de que lleva mucho más tiempo. Para unos es un elemento poco acorde con una ciudad histórica, mientras otros la defienden, y apuntan que el hecho de no ser capaces de precisar el tiempo transcurrido desde su colocación, es una demostración de que no supone un impacto en el patrimonio. Juan A., que pasa por la plaza varias veces al día, se percató de su presencia hace solo unos días, y Carmen la descubrió cuando se le preguntó qué le parecía el nuevo elemento. Lo único claro es la autoría de su instalación. Fue el Concello, y su encargo podría proceder del anterior gobierno local, aunque fuentes municipales no pueden confirmarlo y tampoco fueron capaces de recordar el momento de su instalación. Sea cual sea la historia de la barandilla de A Quintana, su colocación no está exenta de polémica.

Además de este pasamanos, el Concello colocó elementos similares en otras escaleras y pendientes conflictivas de la ciudad para mejorar la accesibilidad, pero aún queda muchas zonas en las que las barandillas se hacen imprescindibles. Es el caso de la calle de San Francisco. Las barras protegerían a los peatones que caminan junto a los comercios, y evitarían una caída hacia la calzada. Ni siquiera hay barandillas en las escaleras situadas frente a la Facultade de Medicina. A diferencia de las carencias en esta zona, llama la atención la barra anclada a la piedra que se incrustó en un pequeño tramo de escaleras en San Martiño Pinario.

Las normas mínimas de accesibilidad saltan por los aires en las escaleras hechas con bloques de madera entre Xoán XXIII y el Burgo das Nacións, y entre esta calle y la dársena de autobuses, junto a la Facultade de Económicas. En el Campus Norte, un entorno lleno de barreras arquitectónicas, tampoco vendría mal que Concello o USC inviertan recursos en la instalación de pasamanos que hagan más llevadero subir las escaleras hacia las facultades de Ciencias da Comunicación y de Filoloxía.

En las empinadas cuestas de Basquiños y Escultor Asorey, donde mayores y jóvenes sufren lo que no está escrito cada vez que suben, se colocaron barandillas hace algo más de un año, y fueron recibidas con aplausos en un barrio con una población envejecida que espera la llegada del transporte público.

En Vite, como en A Quintana, hay una barandilla en la avenida de Castelao, que protege a los peatones de la acusada pendiente de la vaguada. Su instalación no es reciente, y su integración en el paisaje es total. De hecho, pasa desapercibida para los peatones. María José, vecina de la avenida de Castelao, no fue capaz de precisar el tiempo transcurrido desde su instalación, aunque «non hai moito tempo», dijo. Frente a su opinión, otro vecino comentó que la barandilla «leva anos alí». Otro misterio sin resolver.