Los treinta coches históricos y clásicos del rali del Club Clásicos do Incio estarán expuestos en la plaza hasta media tarde
06 jul 2019 . Actualizado a las 09:32 h.La llegada no estuvo libre de incidentes, pero finalmente, salvo un coche que se quedó en la dársena de Xoán XXIII por una avería, todos los demás completaron la distancia entre Astorga y Santiago dentro del horario previsto. A las 13.30 horas llegaban los primeros vehículos clásicos e históricos a la praza do Obradoiro, y los últimos lo hicieron unos minutos después, procedentes de Lugo, donde hicieron noche tras partir en ruta desde Astorga, el jueves. Su entrada en la plaza no pudo ser más triunfal, y los cientos de peregrinos que llenaban el Obradoiro aprovecharon para fotografiarse con las joyas del automovilismo. La concentración, organizada por Compostela Monumental, incluye dos días de actividades y visitas a diversos monumentos de la ciudad.
Algunas de las máquinas que se pueden ver en el Obradoiro son piezas casi únicas. Es el caso del Ford Skyliner, propiedad de un vecino de Sarria, que le cuida como pieza de museo. De este coche solo se fabricaron 3.000 ejemplares, y en la actualidad quedan tan solo dos en todo el mundo. Uno de ellos, en la localidad de Sarria. La peculiaridad de este coche es la forma en que su capota metálica se eleva para recogerse en el maletero (como puede verse en el vídeo). Todo ello gracias a los 14 motores que mueven la chapa. El más antiguo de los coches que llegaron a la plaza es un Ford T, de 1929, y que viajó "rodando" desde Huelva para concentrase junto al resto de los participantes en Astorga. Los coches de la marca porsche, por su porte deportivo, también despertaron el interés de los turistas, y sin duda, fueron de los más fotografiados.
Los coches permanecerán en la praza hasta las 18.30, cuando serán retirados por sus propietarios, y guardados bajo vigilancia, hasta que el domingo regresen a sus respectivas ciudades. Los participantes en el rali pidieron al Concello que se instalarán unas vallas en la plaza para evitar que los curiosos tuvieran la tentación de subir a los vehículos, o para evitar cualquier daño en las carrocerías.