La Galicia vacía, a las puertas de la capital

s. l. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

El problema del despoblamiento que se extiende por decenas de aldeas y lugares del área, y que toca incluso al rural compostelano, también encierra historias de recuperación y de resistencia

21 abr 2019 . Actualizado a las 22:57 h.

Es la imagen que asociamos al interior de las provincias de Lugo y Ourense. La de esos pequeños grupos de casas y alpendres en los que ya no palpita la vida. La de páramos surcados por decenas de pistas que no llevan a ninguna parte. La de una parte de Galicia cada vez más extensa en la que solo se escucha el eco del silencio. Y, sin embargo, esa realidad que desde la ruidosa aglomeración de las ciudades se ve como un fenómeno próximo a la ufología está a sus mismas puertas. Santiago no es una excepción. El censo de las aldeas deshabitadas en los municipios del área crece año a año. Sucede incluso en varias parroquias de Compostela, donde al menos cuatro núcleos están vacíos. En todo el área superan los 70.

El alcance del problema aflora en la escalada de la proporción de viviendas vacías. Aunque esta estadística desvirtúa su dimensión, porque las 9.500 sin habitar en Santiago no obedecen a las mismas motivaciones que las 1.500 de Santa Comba, por ejemplo. Los datos por parroquias resultan, en ese sentido, algo más precisos. En más de una docena de parroquias, el porcentaje de casas que están sin habitar supera el 30 % del total. Son los casos de Santa Comba, en el municipio del mismo nombre (43,6 %); Arca, en Pino (42,8 %); Fontes Rosas, en Touro (41,7 %), Negreira, en el concello del mismo nombre (41,5 %); Enrequentes, en Touro (40,5 %); Cacheiras, en Teo (38,8 %); O Barreiro, en Melide (35,7 %); Fontecada, en Santa Comba (35,1 %); Ortoño, en Ames (34,7 %); O Pino, en el ayuntamiento homónimo (32,7 %); Corneda, en Boimorto (32,4 %); Moldes, en Melide (31,7 %); y Oroso, en ese mismo concello (31,3 %).

También ajustados a la realidad de ese fenómeno del despoblamiento son los datos referidos a la densidad de población. Los mapas del Instituto Galego de Estatística (IGE) revelan que el 90 % de las 332 parroquias del área de Compostela entran en la catalogación de poco pobladas. De los 24 municipios que forman parte del área, excluyendo obviamente a Santiago, solo Ames, Brión, Teo y Padrón son zonas con una densidad de población alta. Y únicamente Melide, Negreira, Ordes y Oroso cuentan con una densidad intermedia. La del resto de concellos aparece tipificada como baja. Ahí entran la mayoría: Arzúa, A Baña, Boimorto, Boqueixón, Dodro, Frades, O Pino, Rois, Santa Comba, Santiso, Toques, Tordoia, Touro, Trazo, Val do Dubra y Vedra.

Los municipios menos densamente poblados apenas superan un promedio de 20 habitantes por kilómetro cuadrado. Son Boimorto (24,4) y Santiso (24,6). En un segundo nivel se sitúan Tordoia (28,8), Frades (30,2), Trazo (30,7), Touro (33), O Pino (35,6), Val do Dubra (37,1), A Baña (38,1) y Arzúa (38,6). Solo Santiago (441,3), Ames (387,8), Teo (234,5), Padrón (176,7), Brión (105,5) y Oroso (100,6) superan el umbral de los 100 habitantes por kilómetro cuadrado. Ames firma la evolución más notable en lo que va de siglo, al pasar de 235,4 en el 2001 a los 387,8 actuales.

Sin salir del municipio de Santiago se encuentran lugares como A Casanova, en la parroquia de San Pedro de Busto, y A Fontecova, en Figueiras, donde sobran dedos en una mano para contar sus vecinos. No muy lejos, en Negreira, están las aldeas de Lobios, en la parroquia de Lueiro, y Pontevedra, en la parroquia de Liñaio, ambas en la cuenca del Tambre. Están abandonadas, pero tienen casas restauradas y un potencial turístico que les allana el camino para incorporarse a la lista de lugares que están siendo recuperados. Como Abelendo, en Rois. Un caso distinto es el de Morcigueira, en Toques, donde una pareja defiende que es posible llevar una vida menos estresante que en la ciudad sin renunciar a muchos de sus servicios y comodidades. Las nuevas tecnologías lo facilitan.