Las mejoras anunciadas por Noriega para la ORA no acaban de llegar

r.m. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

La rotación forzada sigue alimentando el malestar entre los trabajadores del centro

07 ene 2019 . Actualizado a las 01:44 h.

Medio año después de la asunción de la gestión de la ORA por el Ayuntamiento, el malestar por el funcionamiento del servicio en el Ensanche no ha cedido. Superados los inconvenientes iniciales que conllevó el traspaso de la gestión de Setex Aparki a la empresa municipal Tussa, y corregido -todavía recientemente- el problema que impedía el pago con tarjetas, el descontento se mantiene. Y se mantiene en la medida en que persiste la restricción de aparcar más de dos horas seguidas, una directriz que recoge la ordenanza que regula el aparcamiento público pero que no se estaba haciendo efectiva. Hasta el último verano, con la remunicipalización del servicio.

La limitación ha expulsado del abanico de usuarios a muchos trabajadores del Ensanche sin disponibilidad para mover el coche a media jornada. Impelidos a mudar sus hábitos para buscar alternativas -ya sea persiguiendo un hueco en un entorno igualmente sobresaturado, con un servicio de transporte colectivo con horarios no fiables para muchos o con el alquiler de plazas de párking-, no dejan de esperar también una solución del gobierno local. Fue lo anunciado en agosto por el alcalde, cuando las críticas arreciaban.

Cuatro meses después, y con la concejalía de Espazos Cidadáns pendiente de modificar la ordenanza de la ORA, nada se ha concretado. Y no son pocos los que esperan por la anunciada introducción de plazas de estacionamiento de larga duración también en el Ensanche. Por ahí iría una de las propuestas de Compostela Aberta.

A nadie se le escapa que sería una solución limitada, cuando el espacio de estacionamiento en superficie mengua sustancialmente con cada nueva intervención reurbanizadora: ya fuesen o no de la ORA, en los últimos quince años el centro se ha quedado sin unas 1.500 plazas en superficie. Pero contribuiría a paliar los inconvenientes de los trabajadores por la rotación forzada, si bien esa solución no hallará acomodo en las calles más céntricas. Al menos si la iniciativa decide concentrar la oferta de larga duración, porque inicialmente también se iba a valorar su dispersión.

Esa es una de las incógnitas que mantiene abierta Compostela Aberta pese a disponer de todo un cuatrimestre, ya vencido con el 2018, para retocar una ordenanza cuya entrada en vigor no será automática cuando llegue al pleno. Todavía habrá de pasar por el preceptivo período de exposición pública, con lo que cualquier cambio que llegue ahora apuntará prácticamente al final del mandato.

Mientras, todavía son numerosos los nostálgicos del viejo sistema de pago a distancia de la ORA, el e-park, una aplicación de Setex Aparki que dejó de funcionar con su desvinculación del servicio y con la que más de un usuario se quedó con fondos sin gastar. Y siguen esperando la oportunidad para hacerlo. El gobierno no había descartado la posibilidad de que esa aplicación pudiese funcionar junto con la actual. Pero tampoco de eso nada se sabe.

 

En Conxo denuncian que la regulación de su aparcamiento no responde a lo comprometido

En Conxo todavía parece pronto para evaluar la incidencia en el comercio de la reciente apertura del aparcamiento comprometido para dar alternativas a ese sector en un barrio que ha sufrido los constantes retrasos de las obras del túnel de salida sur de la ciudad. El estacionamiento comenzó a funcionar hace unas semanas y la ocupación de momento es floja. Pero el descontento con el sistema de gestión, con ORA de larga duración, es evidente en el sector. «Non é o que se nos dixo», sostiene Bernardo Calatayud, presidente del colectivo comercial Esperta Conxo. Esa gestión no recoge ningún período de gratuidad en horario comercial, para atraer clientela. Está previsto que la nueva ordenanza sí lo introduzca, pero solo media hora. Un plazo escaso, dice, «unha forma de caridade» ante cuya aprobación se muestra, además, personalmente escéptico. «Deberían deixar polo menos unha hora», añade convencido de que al final la ORA de larga duración lo convertirá en un aparcamiento para quienes trabajan en el centro: «Xusto o que dixemos que non queriamos».

Calatayud no hace ascos a la ocupación que garantizarían también esos trabajadores, porque se supone que se harían notar en la actividad del barrio, pero «sería compatible con que nos deixaran a nós unha hora», dice al tiempo que no oculta su malestar por el hecho de que no se modificase la ordenanza a tiempo para recogerlo ya, «cando o aparcamento xa tiña que estar feito ademais hai dous anos». Pero todo «foi tarde, mal e a rastras» y eso «esgota a credibilidade», afirma.

Condenados a alquilar un párking

Los trabajadores de los negocios del Ensanche son los principales damnificados de la nueva ORA, ya que solo les permite aparcar dos horas en la calle y les obliga a pagar garajes

xurxo melchor

Aparcar en el Ensanche nunca ha sido tarea sencilla. Ni con el viejo sistema de la ORA, cuando la gestionaba la empresa Setex Aparki, ni con el que acaba de implantar el gobierno local de Compostela Aberta (CA) al remunicipalizar el servicio y que fija en solo dos horas el límite del estacionamiento e impide volver a la misma zona en otras dos. La pretensión es favorecer la rotación, pero la realidad es que condena a los trabajadores de los negocios a no poder dejar su coche en la calle aunque encuentren sitio. Tendrían que salir a media jornada para cambiarlo, buscar plaza en otra área más lejana y regresar después desde allí caminando al trabajo. Inviable. El resultado es que cada cual se las compone como puede, pero la mayoría ha optado por alquilar plazas de párking.

Un aparcamiento privado no es barato. «Cuestan entre 80 y 150 euros al mes», explica el propietario de una conocida cafetería de República do Salvador. Él siempre ha tenido uno, pero es un lujo poco accesible para empleados con sueldos modestos, buena parte de ellos contratados a media jornada. «Tendrán que plantearse si les compensa venir a trabajar», añade.

Saraia Fernández es una de esas trabajadoras que no puede meterse en gastos. Desde que comenzó a trabajar en el Ensanche, como era tan difícil aparcar, optó por dejar el coche en el estacionamiento gratuito que hay en Pontepedriña, bajo las vías del tren. Y desde allí, va andando. «A veces también está lleno y tengo que irme hasta la zona de El Corte Inglés», señala. En caso de emergencia, cuando llueve mucho o llega tarde, usa un párking cercano que le cuesta cinco euros medio día y nueve la jornada completa. Una pequeña fortuna para ella. El nuevo sistema de la ORA le ha afectado más a su compañera. Ella era de las que prefería ir con tiempo al trabajo e intentar aparcar en la calle y ahora ya no puede.

Alquilar una plaza de garaje más apartada del centro y entre dos o más personas es otro recurso. Así lo ha hecho María Jesús Mariño, que trabaja en el Ensanche desde hace un año y medio. Cogió un párking en la zona del Campus Sur con su compañera de trabajo. «Como tenemos turnos distintos, nos arreglamos», asegura. Al estar en una zona más alejada, el precio es más económico, 60 euros, «así que pagamos treinta cada una y ya está», explica. De no tener este sistema no sabe cómo haría «porque dos horas no dan para nada y mucho menos si encima luego tienes que cambiar de zona», añade.

Transporte público mejorable

Ir al trabajo en autobús es otra alternativa. Es por la que optó Graciela Velasco, que ni tiene coche, ni carné ni piensa sacárselo. «Yo pago 26 euros al mes por la tarjeta del bus y me olvido», señala. Eso sí, cree que el transporte público compostelano «funciona fatal» y recuerda que cuando llegó a la ciudad tardó todo un año en entender el galimatías que para ella suponen «las líneas, los trayectos, las frecuencias, la mala señalización de las paradas y la aplicación del móvil, que directamente no funciona, porque dice que el bus va a llegar a una hora y nunca es así», se queja. Por ello, cuando hace buen tiempo opta por ir andando «y en quince o veinte minutos llegó aquí desde casa».

Caminar es otra opción si no se vive muy lejos. Es por la que ha optado Lucía Rúa, a la que la limitación de dos horas y el que no se pueda aparcar en la misma zona hasta pasadas otras dos más le parece «mal, sobre todo para los trabajadores, pero también para los clientes de los comercios». Para ella, era mejor el sistema anterior, que daba hasta cuatro horas de margen.

Delmiro Prieto, además de propietario de una óptica, es secretario de la asociación Santiago Centro. Él cree que el nuevo sistema es bueno porque favorece una mayor rotación, pero advierte que se tendrían que haber tomado medidas para que los trabajadores de los negocios del Ensanche tuviesen condiciones de mayor flexibilidad. También ve necesario dar más alternativas de acceso al Ensanche, lo que exigiría mejorar el transporte público en la ciudad.

«Esto nos afecta a todos, a los comerciantes y a los clientes»

 

 

Al frente de una de las carnicerías más reputadas de Santiago, Javier Ferro reflexiona sobre el nuevo sistema de la ORA vigente desde que Raxoi remunicipalizó el servicio sin dejar de preparar la carne para la venta al público. «Esto nos afecta a todos, tanto a los comerciantes del Ensanche como a nuestros clientes y es un problema, porque si no facilitan el aparcamiento la gente deja de venir y deja de comprar», advierte.

En su opinión es «un error» seguir eliminando plazas de estacionamiento en el Ensanche y le da la impresión de que «quieren hacer lo mismo que hicieron en su día en la zona vieja, que pusieron tantas dificultades que ahora ya nadie va a comprar allí». Ferro hace tiempo que paga un párking para evitarse las dificultades diarias de buscar una plaza en la calle, pero advierte que tampoco dos horas son suficientes para muchos clientes, porque vienen a hacer compras y recados y no pueden estar tan pendientes de la hora. «Algunos te hablan de esto y te explican y otros simplemente dejan de venir», se lamenta.