Preguntoiro, 1920

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

SANTIAGO CIUDAD

13 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todavía hoy, en un paseo cualquiera en una mañana vulgar, se puede entrever por un trocito de cristal la Barcelona de los año 20 con sabor a niebla atlántica. El polvo, que empieza a cubrir las encimeras del ultramarinos que de repente surgió de una ferretería, se resiste a ocultar las marcas de aquella épica pelea que terminó con una explosión que lo cambió todo. Que dejó una lluvia de pasquines anarquistas en esa Cataluña pintada de granito y verdín. De azul oceánico.

La sombra de la ley nos ha dado un encuadre diferente. Al otro lado del enrejado todavía se venden trajes de primera comunión, pero el cartel ha vuelto a envejecer un siglo. Y aquel coche fúnebre que de un volantazo arrasó metros y metros de maíz después de haber dejado marcas de neumático en el Pazo de Oca, ahora que es de noche apunta sus faros a La flor, que de moderna ha regresado a la década de los veinte.

Con una aguada grisácea imaginó Dani de la Torre una Barcelona con olor a Galicia, en la que las costas son escarpadas y las olas, violentas. Los Goya han decidido darle seis nominaciones. La mitad de todas las que llevan marca gallega. Javier Gutiérrez, desde Ferrol a la grandeza. Luís Zahera, el secundario de lujo al que ahora, con Reino, por fin se le da el reconocimiento que tanto merece su carrera. Las redes que teje Álvaro Gago en Matria, donde las actrices saben sobre todo de conservas. Guillermo de Oliveira Desenterrando Sad Hill y las animadas Memorias de un hombre en pijama. Doce candidaturas de cine en un país que con medios escasos levanta cantera.