La «compra pendiente» engorda con donaciones de empresas y particulares

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

La tienda A Horta da Avoa reparte alimentos entre las personas vulnerables

26 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La iniciativa social de la «compra pendiente», un proyecto que se puso en marcha hace dos años en la tienda A Horta da Avoa de Poza de Bar, ha ido aumentando, lo que le ha permitido llegar así a muchas más personas vulnerables, tanto del entorno más cercano como de otros barrios de la ciudad, que se acercan al local en busca de productos frescos. Su crecimiento se debe no solo a la implicación de su promotor, Adrián Antonio, que cada día selecciona productos que pueden ser susceptibles de ser donados, sino también a que los vecinos del barrio han hecho suya la iniciativa. «El barrio se implica, y la gente colabora dejando dinero en la hucha para comprar productos. Este tipo de iniciativas sirven para generar una red de barrio», explica Antonio.

El mayor impulso llegó de la mano de empresas del sector de la alimentación que, motivadas por el trabajo altruista de Adrián Antonio, decidieron arrimar el hombro. Destaca que una granja de huevos de corral dona a la tienda «huevos pequeños, que están en perfecto estado, pero cuyo tamaño no es el apropiado para la venta. Nosotros vendemos la docena por dos euros, y ese dinero va para la hucha», relata. Otros comerciales de frutas y verduras ceden «productos que pueden no estar óptimos para la venta. Siempre en buen estado, pero que por su aspecto no tienen buena salida. Y lo que se vende va para la hucha».

Adrián Antonio precisa que, en un principio, la iniciativa se limitaba a poner algunas cosas en las cestas para que se las llevarán las personas que lo necesitaran, «pero la experiencia nos hizo adaptarnos nosotros a la necesidad y no al revés». En los primeros meses de funcionamiento de esta propuesta, las bolsas para las familias se preparaban en la tienda, «pero pensamos que es mejor que sean ellas las que digan lo que necesitan».

La cesta, en cualquier caso, sigue a disposición de quienes pasan por delante de la tienda del barrio para proveerse, sobre todo, de fruta, hortalizas y verduras. También los peregrinos se detienen sorprendidos. «Y se hacen fotos con el cartel. A veces entran para preguntar si tienen que pagar algo. Yo procuro explicar en qué consiste la iniciativa, y unas veces aportan y otras no».

Aunque algunos días se ve la hucha llena de monedas de poco valor, Adrián Antonio asegura que en otras jornadas «hay billetes. Pero nosotros sacamos dinero de la caja cuando viene alguna familia a buscar comida. Les damos una bolsa para que cojan lo que precisan, y se paga de la caja de la compra pendiente». Eso sí, Adrian Antonio se apresura a mostrar los tiques de las compras en los que se refleja «hasta el último euro invertido, que no gastado, en la iniciativa de compra pendiente».

Biblioteca de barrio

Y por si la implicación para llenar la bolsa de la compra diaria con productos frescos no fuera suficiente, Antonio también decidió contribuir en la dinamización cultural del barrio, poniendo una estantería llena de libros y un cartel en el que se invita a llevarse uno y dejar otro. «Si se puede», aclara. La idea es que, aquellos que tengan libros que ya leyeron y no desean guardar, los dejen en el estante para que otra persona haga uso de la publicación. El intercambio funciona tan bien que la mediación de Adrian se limita ahora a «sacar la estantería a la calle cuando abro y guardarla cuando cierro. Funciona completamente sola, tiene vida propia. El barrio la mueve, y la gente está encantada».