La ausencia de lluvia seca los jardines públicos y obliga a regar en pleno otoño

Margarita Mosteiro Miguel
Marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Urbaser amplía el regadío ante la sequía que afecta a la pradería de muchos parques urbanos

10 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La sequía empieza a ser una tónica cada vez más frecuente en una ciudad tradicionalmente caracterizada por su abundante pluviosidad. Después de que el pasado año fuera necesario mantener el regadío estival en las zonas verdes casi hasta diciembre, ahora la situación se repite. Tras un verano más seco de lo habitual, un septiembre con altas temperaturas y un mes de octubre en el que las lluvias se limitan por ahora a las cuatro gotas que cayeron el pasado sábado, los servicios de mantenimiento de parques y jardines de Urbaser se están viendo obligados a regar hasta las macetas del Ensanche para evitar que se mueran de sed las plantas de Alfredo Brañas y de Montero Ríos, así como las de los maceteros colocados en los accesos al casco histórico.

Hace unos días los operarios tuvieron que regar manguera en mano las plantas de las medianas de la avenida Cruceiro da Coruña, de las rotondas de Sar y de San Caetano para salvar incluso los árboles. También fue el sistema elegido para que lucieran en buen estado las macetas de calles del Ensanche como Alfredo Brañas y Montero Ríos, o las plantas de los maceteros colocados como elementos de seguridad en los accesos al casco histórico.

Basta un pequeño paseo por cualquiera de los parques de la ciudad para comprobar el estado de la pradería. A estas alturas del año, el verde no solo acostumbraba a dominar los parques sino que, incluso, los riegos automáticos dejaban de funcionar. Pero ya el año pasado, y este con más motivo, fue necesario prolongar el regadío de verano para evitar la perdida del césped.

Las únicas zonas que, por ahora, parecen salvarse son las que cuentan con arbolado, aunque incluso así solo puede verse el verde bajo las copas de los árboles y en algunas laderas. Uno de los parques con peor aspecto es el de Meixonfrío, donde predominan el amarillo y el marrón. La misma situación afecta a las zonas verdes de Santa Marta, Almáciga y a algunos espacios de los parques de Belvís y la Alameda.

Más de 300.000 metros cúbicos de agua para las zonas verdes

La fama de que Santiago es una de las ciudades más lluviosas de Galicia es cada vez más inmerecida. El Concello de Santiago se ve obligado a incrementar año a año la cantidad de agua que destina a mantener en buen estado sus más de 2,6 kilómetros cuadrados de superficie de zonas verdes urbanas municipales. El pasado año, cuando Compostela sufrió varios meses prácticamente sin lluvias, se gastaron 318.540 metros cúbicos de agua para regar los espacios verdes. Ese volumen podría superarse este año, a juzgar por los meses de sequía pasados y por los que aún están por llegar. Aunque la previsión apunta a que hoy mismo y, con más probabilidad, mañana las precipitaciones reaparecerán en Santiago, lo cierto es que los mismos meteorólogos auguran que no serán copiosas y que tampoco se prolongarán excesivamente. La previsión es que las lluvias se mantengan, al menos, hasta el fin de semana. Eso sí, falta saber si el agua que caerá en los próximos días evitará tener que seguir con los regadíos manuales y automáticos, aunque parece que estas primeras lluvias del otoño no serán la solución definitiva.

Compostela era ya, con 23,70 metros cuadrados por habitante en el 2014, la ciudad de Galicia con más zonas verdes, pero solo unos meses después, con la apertura al público de los 18.000 metros cuadrados de la finca do Espiño, consolidó su posición. Al sumarse el Bosque de Galicia, en la falda del Gaiás, que aportó al pulmón de la capital gallega otros 230.000 metros cuadrados, Santiago ha pasado a tener 26,28 metros cuadrados por ciudadano. Es un lujo que requiere un alto coste en mantenimiento.