Las 53 zonas de aparcamiento para bicicletas en calles de Santiago carecen de uso

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Raxoi insiste en su apuesta al extenderlas al Ensanche y reducir a 30 kilómetros por hora la velocidad máxima de todos los vehículos

26 sep 2018 . Actualizado a las 23:54 h.

El gobierno municipal no está dispuesto a tirar la toalla en su empeño por favorecer el uso de la bicicleta frente al coche, y ni siquiera el escaso respaldo que están teniendo sus últimas medidas le ha hecho desistir en su apuesta a favor de los vehículos no contaminantes. Sus medidas están pensadas para impulsar un cambio de mentalidad, que las propias autoridades locales reconocen que se producirá de forma inmediata.

En el verano del 2017 se llenaron las plazas más céntricas del casco histórico con unos aros de hierro para que los ciclistas dejen sus bicicletas con total tranquilidad, y aunque su uso ha sido más bien escaso, el gobierno de Martiño Noriega no se ha desanimado y hace una semana amplió las zonas de aparcamiento para bicis a calles y plazas del Ensanche. En este barrio también se instaló en los accesos a las principales calles la señalización que limita la velocidad de circulación a 30 kilómetros por hora, y que sitúa a las bicicletas como vehículo prioritario.

Con la última ampliación, Santiago dispone de treinta zonas de aparcamiento para bicicletas en el Ensanche, con capacidad para cuatro vehículos cada una; y veintitrés más en el casco histórico con 68 plazas en su conjunto. Unas y otras están prácticamente vacías todo el día, y solo en momentos puntuales puede verse alguna bicicleta estacionada. A lo largo de la mañana del martes y de ayer miércoles, solo una bicicleta hacía uso de uno de estos espacios en el Ensanche, y dos más, eléctricas, estaban aparcadas en la zona habilitada junto al Pazo de Raxoi. Un patinete era el único usuario del aparcamiento ubicado en San Francisco, junto a la Facultade de Medicina. Lo curioso es que un ciclista dejó su bici atada a un árbol a menos de dos metros de uno de los aros de Montero Ríos, y otro en la barandilla de un portal en la rúa República do Salvador, frente a otra zona reservada.

Achacan la escasa aceptación de la bici para moverse por Santiago a la falta de seguridad

Raquel Piñeiro, secretaria de Composcleta, colectivo que promueve el uso de la bicicleta en Santiago, considera que las medidas puestas en marcha por el Concello «están ben encamiñadas, pero hai que ir máis alá». Piñeiro reconoce que, tanto los aparcamientos para bicicletas como el «calmado» de tráfico en el Ensanche con el límite de 30 kilómetros por hora, son medidas que favorecen el uso de la bici, pero «non son suficientes, son moi puntuais e teñen que ser encaixadas nun plan máis xeral».

La secretaria de Composcleta considera que el escaso uso de las nuevas zonas de aparcamiento es consecuencia de que entre los compostelanos no está extendida la utilización de la bicicleta. Tras esta conducta, Piñeiro cree que está la falta de seguridad: «A xente ten que sentirse segura para animarse a usar a bici». El principal problema es, en su opinión, que «da mesma forma que as persoas teñen beirarrúas para camiñar con tranquilidade, os ciclistas necesitan os seus espazos; en medio do tráfico, os ciclistas sentimos o perigo».

Una de las medidas que favorecerían el incremento del uso de la bicicleta es «ofrecer carrís bici e, sobre todo, ampliar o calmado do tráfico a outros viarios». Raquel Piñeiro apunta que, «para moverse polo Ensanche está ben o calmado das rúas, pero se queren ir dende A Choupana a San Lázaro non van polo Ensanche, teñen que ir por rúas inseguras en bicicleta».

Por otro lado, una de las cuestiones que destacaron varios ciclistas consultados por La Voz es que desconocían que los aros de hierro instalados en las calles y plazas tuvieran como finalidad dejar estacionadas las bicicletas. Uno de ellos sugirió colocar algún cartel informativo para que los ciclistas vean su finalidad y se acostumbren a usarlos para dejar los vehículos.