Betty Álvarez: «Tenemos a niños de tres años, aún con pañales, jugando al rugbi»

Elisa Álvarez González
elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

La única escuela de este deporte en Santiago defiende los valores de esta disciplina

23 sep 2018 . Actualizado a las 09:53 h.

Si las grandes estrellas del fútbol tuviesen la mitad de ilusión que ellos, no habría peleas por cláusulas astronómicas. Habría juego, compañerismo y deportividad. Betty Álvarez y Diego Pagnotta son presidenta y vicepresidente de la Asociación Valentes Club Deportivo Lobos, que con el Santiago Rugby Club y los veteranos del CDU han constituido el clúster Rugby en Compostela. Con él abarcan todas las etapas de este deporte, desde la escuela, a la que pueden llegar los niños y las niñas desde los tres años, hasta los equipos de los que ya han entrado en una edad.

Diego, que viene de Argentina, es el alma de esta escuela. Lo dice la propia presidenta, «sigo pensando que la cabeza pensante está aquí», cuenta Beatriz señalando a su compañero de directiva. Nacieron hace cuatro años para difundir este deporte y sus valores desde los primeros años, y tienen actualmente a unas cuarenta familias implicadas desde los tres hasta los 18 años, «hay niños de tres años, aún con pañales, jugando al rugbi», dicen.

La única escuela de Santiago es mixta y durante los primeros años, hasta los 12, no hay competición. Esta es una de las grandes ventajas del rugbi y del fútbol americano, que también forma parte de esta asociación. Los niños juegan, entrenan y se educan en valores. Nada de competitividad o de chupar banquillo, «en estos deportes necesitas compañeros, las individualidades quedan difusas», apunta Diego. Los niños entran en el equipo y se dan cuenta de que no hay que ser el más rápido para ser titular, «son conscientes de que todos están ahí y van a jugar, por lo que no hay presión del banquillo o de no querer defraudar a los padres por no salir a jugar», explica el vicepresidente y entrenador. Durante los primeros años, hasta que llegan a los doce, ni siquiera compiten, «hay árbitro pero no recoge el resultado».

El rugbi no solo ayuda a los más pequeños, también a los que llegan a la adolescencia. Y es que se les inculca la importancia de la buena alimentación, de dormir lo suficiente «y el sacrificio», explica Diego, quien asegura que, «a mi hijo no lo criamos solo su madre y yo, lo criamos sus padres y el rugbi».

Betty llegó a este deporte también por su hijo, pero está implicada como la que más. Y asegura que el dicho es más que cierto, «es un deporte salvaje practicado por caballeros, y de verdad que lo es, las gradas son una bendición, si ves a alguien con una bombilla de mate te acercas, si uno trae empanada compartimos. Al ver un partido ves deportistas y en el tercer tiempo ves compañeros».

Ellas, unas jabatas

Si el rugbi destaca a nivel gallego y a nivel estatal es en la categoría femenina, en donde han llegado a ser olímpicas, pero de momento en la escuela son una de cada cuatro, «de pequeñas hay, no tienen reparos, a partir de los 12 o 13 años es más complicado», cuenta Pagnotta. La presidenta añade que la participación de las niñas es significativa, «son jabatas, en nuestra presentación no hay príncipes ni princesas, se entregan y somos todos uno».

Tienen deportividad hasta para entender la falta de apoyo de las administraciones, «sumamos unas 150 o 200 fichas entre las tres patas del clúster, comparadas con las miles que hay de fútbol la balanza está un poco desequilibrada, pero poco a poco vamos consiguiendo cosas aunque hay que emplear muchas horas para que te escuchen un poquito», explica Álvarez Germil. Ayudan también los que en su momento fueron jugadores y ahora colaboran entrenando y apoyando, «porque al rugbi hay que devolverle lo que el rugbi te dio», recuerda Betty.

Por pedir, solo piden poder entrenar en el nuevo campo que está ubicado junto a la Facultad de Matemáticas, ya que de momento siguen entrenando en Belvís, en un campo de fútbol 7.

La asociación. Entran niños y niñas desde los 3 y hasta los 18 años. Aprenden tanto a jugar al rugbi como al fútbol americano, ya que aunque las reglas son diferentes, se transmiten valores similares.

Los miembros. Hay unas cuarenta fichas de todas las edades en el club, y en torno al 25 % son niñas.