Solo los médicos estudian en agosto

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

LUCÍA JUNQUERA

Hay algún opositor y aspirantes a pasar el selectivo, pero casi todos los que hincan el codo en verano, preparan el MIR

27 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La estampa de la biblioteca Concepción Arenal en agosto no tiene nada que ver con la que ofrece durante el curso: ni siquiera con la que ofrecía hace unos años cuando había exámenes en septiembre y muchos alumnos dedicaban el verano a prepararlos. Ahora, los exámenes de repesca son en junio, las pruebas para las oposiciones de educación y sanidad quedan atrás y el calor aprieta demasiado como para pasar el día en el campus bajo un flexo. ¿Quién estaría dispuesto por voluntad propia a encerrarse en agosto en una biblioteca? Pues son pocos, pero habelos, hailos.

Diego, por ejemplo, que prepara oposiciones, porque aunque no sean tan populosas como las de educación o las de la Xunta, algunas todavía quedan pendientes. Como las de Correos, que son las que estudia el joven. «Van a ser pronto, por eso vengo aquí todos los días».

No es el único que quema los ojos a altas temperaturas en los días más tórridos y desidiosos del año. María y Teresa son dos jovencitas que a ratos dejan descansar un poquito los libros en la Concepción Arenal y se van a charlar debajo de la sombra de un árbol. María es de Santiago y Teresa de Brión, pero las dos se enfrentan dentro de unos días a la selectividad. Porque, a diferencia de lo ocurrido con el calendario universitario, el examen de acceso puede llamarse ahora ABAU, pero la repesca sigue siendo en septiembre, y con la esperanza de superarla para poder acceder al sistema universitario se esfuerzan, de aquella manera, María y Teresa en repasar todo lo estudiado en segundo de bachillerato.

También quienes están pendientes de examinarse para el título de bachiller empollan sobre los libros de texto en la Concepción Arenal; son los más jóvenes de la docena de estudiantes que se salpican por una sala que tiene capacidad para un millar de usuarios y que, durante el curso, cuando aprietan los exámenes, se queda pequeña para su elevada demanda.

Pero opositores y preparadores de selectividad se cuentan con los dedos de una mano. La mayoría de los que estudian, no solo en la biblioteca universitaria, sino también en la municipal, la Ánxel Casal, preparan el MIR. Lo hacen Jorge y Laura en la primera y Santiago y Rocío en la segunda. «Para nosotros no hay vacaciones ni hay verano», reconocen. Es mucho lo que se juegan, de ahí que esta semana, mientras las playas se llenaban de despreocupados bañistas, ellos enfilaban hacia la biblioteca con sus portátiles, sus apuntes y sus libros. «Los exámenes son en febrero, no queda mucho». Y es una de las pruebas más exigentes a la que se puede presentar un opositor, de ahí que no haya excusa ni festivo ni moscoso. Tampoco para algún otro que prepara el FIR, la prueba equivalente para Farmacia.

Servicio de préstamo

Ese ambiente desolado de la biblioteca universitaria en agosto no se repite en la municipal. Tampoco en esta abundan los estudiantes, con la excepción del puñado de aspirantes al MIR, pero por las salas de la Ánxel Casal deambulan mayores tras un periódico y niños que salen con su tebeo dispuestos a disfrutar de su lectura en las calurosas y desenfadadas tardes de agosto.