«Afean a cidade e danan o patrimonio»

p. hernández SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

24 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

LLas pintadas ensucian la vista y las calles de Santiago. En las fachadas, portales, contadores de luz, pasos de peatones, farolas y señales, todos los lugares son buenos para apuntar con el espray. Los mensajes suelen ser fruto de manifestaciones, declaraciones personales y garabatos y firmas. Y estos últimos son ya el resultado del ego de los que ensucian los muros ajenos con sus marcas personales.

Antonia da Silva tiene una tienda de música con una fachada verde llena de garabatos de diferentes tonos y tamaños. «A mí no me molestaría que me hiciesen algo decente, hasta lo agradecería, pero lo que no entiendo son estas firmas. Me parece una gamberrada», explica Da Silva. Al principio volvieron a pintar la fachada en varias ocasiones, pero ya se dieron por vencidos: «Lo que les atrae es la pared virgen, pintabas un día y al siguiente ya tenías otras pintadas». La única solución que ella ve factible es «contratar a alguien que me haga un grafiti, porque creo que entre ellos sí se respetan».

Los campus universitarios son un punto caliente para este tipo de actos. La Facultade de Xornalismo, por la que el arquitecto Álvaro Siza consiguió el premio Secil de arquitectura en el 2000, sufre agresiones continuamente. Las peores son sobre la piedra, pues se necesita una máquina de agua a presión para eliminarlas. La residencia estudiantil del Burgo es otro de los sitios que más mensajes acumula. Entre los más recientes están los de la huelga feminista del 8 de marzo.

Desde los edificios privados, pasando por los premiados y hasta los históricos, no se respeta nada. La zona vieja alberga pintadas hasta en los lugares más recónditos. Incluso las puertas secundarias de San Martiño Pinario, en la rúa Val de Deus, son diana de los espráis.

Todos los soportales y escaparates de tiendas cerradas sufren este tipo de actos vandálicos. Ana Porto trabaja en el casco antiguo y todos los días recorre sus callejuelas. «Eu persoalmente son moi fan da arte mural e dos graffitis, pero isto non é arte. É necesario un labor de concienciación porque o único que fan é afear a cidade e danar o patrimonio».

Cristina Doel también tiene una tienda, en la ruela de Altamira, zona muy turística al lado del mercado de abastos. «Aínda esta semana viñeron borrar un moi chulo, dun Frankenstein, pero, claro, o criterio non pode ser que pinten ben ou mal». Ella tiene pintadas en toda la reja de la tienda y así se quedará porque son «un continuo», explica Doel.

Las pintadas con espráis son muy difíciles de eliminar y se están convirtiendo en un problema de contaminación visual.