Cuatro refugiados sirios y dos jóvenes africanas estudian en la Universidade

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

CARLOS CASTRO

La USC apoya a estudiantes amenazados y a mujeres de países en vías de desarrollo

14 may 2018 . Actualizado a las 17:09 h.

La fortuna les sonrió a los seis en gallego. A cuatro, porque su vida corría peligro, y a dos, porque difícilmente hubiesen superado la barrera que se les pone a las mujeres en sus países. Los primeros proceden de Siria y son refugiados. Las segundas llegan de Madagascar y de Guinea Ecuatorial y son beneficiarias del programa Mujeres por África. Los seis son estudiantes de la Universidade de Santiago gracias a los programas de los que dispone la institución académica para apoyar a jóvenes de naciones en conflicto y a mujeres de países en vías de desarrollo.

Kamal y Zaid fueron los primeros que recibieron una beca de la USC por ser refugiados. Los dos son sirios y los dos continúan en Santiago los estudios de Medicina que tuvieron que interrumpir en su país cuando las bombas destruyeron los hospitales. Ellos llegaron en el 2016 y ahora deberán presentarse a las becas de renovación que acaba de convocar la Universidade. Kamal obtuvo el estatus de refugiado porque estaba amenazado de muerte, y Zaid, porque desertó del servicio militar y si regresaba a Siria iba a ser enrolado.

En una segunda convocatoria de la beca que financia el Consello Social de la USC llegaron otros dos estudiantes que, como ellos, son sirios. Como ellos, son refugiados. Como ellos, estudian Medicina. Y es posible que en septiembre haya más estudiantes que se refugien de los problemas de sus países de origen entre los libros de Fonseca, ya que en la nueva convocatoria del programa se establecen cuatro becas más, dos de nueva adjudicación y otras dos de renovación.

La herencia de Elisa y Jimena

En diciembre, la USC recibió una visita muy especial. En el Paraninfo da Universidade dio una conferencia Teresa Fernández de la Vega, y su presencia importaba no solo porque hubiese sido vicepresidenta del Gobierno, y no solo porque sus tías Elisa y Jimena Fernández de la Vega fuesen las primeras mujeres licenciadas en la USC, sino porque ella fundó y preside la asociación Mujeres por África, que persigue la emancipación de las nativas a través de la educación. Ella y el rector firmaron un convenio de colaboración y los primeros frutos llegaron este curso. Se llaman Miharimanjaka y María del Amor. La primera estudia en Santiago; la segunda, en Lugo.

«En África no pasas del grado, luego tienes que casarte»

 

 

Cursó Estudios Hispánicos y se especializó en Enseñanza del Español. El objetivo de Miharimanjaka, natural de Madagascar, es ser maestra. «Para mí es el trabajo ideal porque ayudas a otras personas a mejorar tanto a nivel personal como profesional». Pero en su país era difícil seguir formándose porque «aunque cada vez estudian más mujeres, en África no pasas del grado, luego tienes que casarte y dedicarte a las tareas domésticas, los padres no suelen dar oportunidades. Se pueden contar con los dedos las mujeres que tienen una formación superior». Ella quería otra cosa y, a través de sus profesoras, se enteró de las becas de Mujeres por África. Se apuntó y el primer año obtuvo una en Logroño, y este curso, en Santiago, donde estudia el máster Investigación en educación, diversidad cultural y desarrollo comunitario. Al principio le sorprendió el cambio; sobre todo, descubrir una ciudad pequeña como Santiago. «Solo se habla de Madrid y de Barcelona, la tranquilidad de Santiago fue una sorpresa para mí». Ya se siente un poco del país. «Ahora digo ‘depende’ y mis compañeros se ríen y me dicen que me estoy haciendo gallega».

Miharimanjaka conoce a María del Amor, que estudia en Lugo. Pese a que una procede de Madagascar y la otra de Guinea Ecuatorial, las dos coinciden al definir lo peor de Galicia: «El frío y la lluvia, pero ya me acostumbré», repiten al pie de la letra. María del Amor Echbue estudió Administración de Empresas en Ghana y se enteró del programa Mujeres por África cuando buscaba una salida por Internet. «La verdad es que no se divulgan lo suficiente. Al venir me di cuenta de que estas oportunidades no llegan a África». Ahora cursa un máster en Dirección de Empresas, y está encantada. «La comida es impresionante y la gente es muy amable».

No tardarán en aprender otro concepto gallego: la morriña.