Las personas con dependencia tienen menos servicios si viven en la mitad este de Santiago

Patricia Calveiro Iglesias
p. calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Un centenar de vecinos carecen de prestaciones de atención a domicilio que sí tienen en la zona oeste, atendidos por una empresa distinta

21 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Santiago está dividido en dos zonas en lo que respecta a la atención domiciliaria para las personas con dependencia o sin plena autonomía. Los vecinos de la zona oeste gozan de privilegios que no tienen los del este de la ciudad. Disfrutaban de los mismos hasta hace dos meses, cuando se repartió entre dos empresas la concesión del Servizo de Axuda no Fogar (SAF), que hasta entones prestaba una sola (Valoriza), en función del lugar de residencia. Así, mientras que Servisar mantiene las anteriores prestaciones y ofrece los servicios de fisioterapia, podología y peluquería a domicilio a sus usuarios, en los barrios atendidos por Eulen carecen de ellos.

Con el cambio de concesionaria han salido perdiendo casi un centenar de vecinos del Ensanche, Conxo, Castiñeiriño, San Lázaro, Pontepedriña y Sar. Algunos, tras dar un margen de adaptación a la empresa adjudicataria para que acabase de aterrizar, ya han remitido sus quejas al Concello. Denuncian a Eulen por incumplir los pliegos del servicio y reparan en lo injusto de la situación, siendo contribuyentes igual que los otros de la zona oeste.

Los afectados recriminan al Concello que, tras hacer unos «pliegos maravillosos» en los que se prometen mejoras en la eficiencia y atención del servicio, se haya desentendido de todo. «No fiscaliza ni se ha ocupado de asegurar que las nuevas empresas que atienden el Servizo de Axuda no Fogar cumplen», indican.

Pero no solo los usuarios están descontentos con Eulen, también los trabajadores. Acusan a la empresa adjudicataria de vulnerar el convenio colectivo, algo que ya se ha denunciado a Inspección Laboral, y dicen no estar cobrando lo que deberían, entre otras muchas cuestiones.

«Mi madre, con 82 años, se rompió la cadera y lleva dos meses sin un fisioterapeuta»

Decenas de personas con dependencia o impedidas de Compostela se están viendo afectados por las deficiencias en el Servizo de Axuda no Fogar. El perfil que atiende es de lo más diverso, desde jóvenes de veintipico años con una parálisis total tras haber sufrido un accidente de tráfico a usuarios de avanzada edad con limitaciones físicas o mentales para valerse por sí mismos. «Mi madre, con 82 años, se rompió la cadera y lleva dos meses sin fisioterapeuta», cuenta la hija de una de ellas, quien prefiere no revelar su nombre.

Son dos hermanas. Ella trabaja todo el día y la otra tiene una discapacidad. Su madre no puede salir de casa y tiene demencia. Comparte techo con su marido, de 80 años. «Económicamente no podemos pagar un fisioterapeuta por nuestra cuenta, ni un podólogo. Y yo podría cortarle el pelo a tijeretazos, pero estando en su situación creo que lo mínimo es un poco de dignidad y que le arregle el cabello un peluquero», señala la vecina de Santiago.

«Nos parece una burla. No hemos escogido pertenecer a la zona en la que estamos. La repartición del servicio ha sido una lotería», continúa la familiar de la usuaria afectada. Además, lamenta, «mi madre pasa muchas horas en cama los fines de semana porque cambiaron el horario. La acuestan a las diez de la noche y la levantan a las doce menos cuarto de la mañana. Es algo que venía de antes, ya pasaba con la empresa anterior, pero están avisados y no han hecho nada».

Auxiliares indignados

El malestar con Eulen también se extiende al personal subrogado: «A parte de vulnerar los derechos de los usuarios también vulneran los de los trabajadores».

«Por no tener, los auxiliares no tenemos ni guantes, nos los tenemos que comprar nosotros. Estamos sin calzado y sin la equipación necesaria. Nos pueden sancionar por no tenerla. Solo nos dieron una bata al principio», manifiesta una trabajadora.

La lista de quejas es larga: «No estamos cobrando lo que marca el convenio y, desde que empezamos con Eulen, llevamos dos meses sin recibir la nómina. Además, la empresa no facilita la documentación que se le está reclamando, sin hablar de lo que está pasando con los usuarios. Están abandonados. Y hablamos de personas mayores y enfermos, no de patatas ni cebollas. Parece que lo que le interesa es facturar. Mientras la otra concesionaria cumple al dedillo los pliegos y en dos meses ha dado más de mil euros en ayudas técnicas (para camas artificiales, sillas en las duchas, andadores y otras actuaciones para favorecer la autonomía), Eulen no ha invertido un euro del presupuesto de partida».