Raxoi se renueva para otros dos siglos

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

Afronta una profunda rehabilitación que conjuga protección del patrimonio y habitabilidad

10 abr 2018 . Actualizado a las 01:01 h.

Pese a su majestuosidad, fue un edificio construido en poco tiempo. Entre 1766 y 1777, bajo el pontificado de Rajoy, estuvo destinado a seminario de confesores, vivienda de los componentes de la capilla catedralicia, cárcel civil y eclesiástica. Estos usos se reflejan aún en su estructura, en los espacios oscuros y abovedados del sótano que fueron prisión, o en las capillas circulares de cada una de las plantas, en donde los seminaristas hacían su oración. El pazo de Raxoi, uno de los imponentes edificios que rodean la praza do Obradoiro, encara su tercer siglo de vida con un objetivo: mantener su carácter patrimonial y mejorar su confort y habitabilidad, para todos los trabajadores que día a día ocupan estas instalaciones.

Porque son muchos. Empleados del Concello, de la Xunta y del Consello da Cultura Galega. Raxoi está sobreocupado, pero eso no es malo. «Lo peor que le puede pasar a un edificio es que se deje de usar», recuerda Belén Hernández, gerente del Consorcio de Santiago. En el año 2014, a la vista del estado del pazo, comenzaron a acometerse obras en la fachada sur, la más castigada, que siguieron por la del oeste. Fue ahí cuando el Consorcio decidió que para llevar a cabo una rehabilitación de tanto calado era necesario un plan director, que está actualmente en sus últimas fases. ¿Y qué pretende este documento? Estudiar el edificio en todos sus niveles, detectar sus puntos débiles, las intervenciones que hay que acometer y la jerarquización de las mismas.

Y es que trabajar en el Concello es un lujo por su ubicación, pero no tanto por su confort. Los usos para los que se diseñó esta infraestructura hace 250 años no son los mismos que los de hoy en día, por lo que los funcionarios sufren el frío, la falta de luz y de accesibilidad. José Allegue, arquitecto del Consorcio, recuerda que por los muros de las fachadas no rehabilitadas entra agua y aire, por lo que la calefacción empeña parte de su energía en secar la piedra. «Antes de la reforma de la fachada sur el aire levantaba los expedientes de la mesa», recuerda.

De momento se han invertido ya 134.000 euros en la fachada sur; 324.685 en la fachada oeste y terraza; y otros 277.815 en la segunda fase de esta zona. Pero no solo hay que reforzar muros, sino cambiar todas las ventanas para mejorar la estanqueidad -que no entre el agua-, aislar del frío, del ruido y permitir la ventilación, «el ahorro público en energía sería tremendo», dice Allegue. Lo constatan las propias trabajadoras de las fachadas rehabilitadas. «Antes nos moríamos de frío, ahora apagamos la calefacción», dicen en el archivo. Poner una ventana en Raxoi es muy diferente a hacerlo en una casa particular. La cuadrilla tarda un día en colocar cada una. Todas tienen medidas diferentes y, como la piedra que las rodea está rota, hay que hacer injertos. «A reixa, ao oxidarse -explican a pie de obra- aumenta de volume e rompe a pedra, e a algunha hai que facerlle oito enxertos». Exterior e interior. No solo hay que renovar la cara visible. Un edificio del siglo XXI necesita nuevas tecnologías e infraestructuras modernas. Y que el cableado que las conduce tenga un orden. Contemplar alguna de las fachadas interiores es todo un espectáculo. Decenas de cables y tuberías salen por ventanas, cruzan los muros y se entremezclan unos con otros.

Visitas guiadas

Otro de los objetivos del plan director es poner en valor los muebles, pinturas y esculturas que alberga Raxoi, algunas muy importantes, y plantear incluso un programa de visitas guiadas como las que ha puesto en marcha la Universidade de Santiago. Tres de las lámparas que adornan los salones, por ejemplo, son de la Real Fábrica de la Granja y vinieron del Palacio Real cuando allí decidieron tirarlas porque las querían «menos llamativas».

Tres lámparas de los salones vienen del Palacio Real porque allí las querían menos «llamativas»

El plan director analiza el estado del edificio y prioriza las intervenciones

Entre las reformas documentadas está hasta la construcción de un retrete en la cárcel

 

 

El edificio de Raxoi está, en relación a otros edificios similares, «aceptablemente conservado», apunta Belén Hernández. En la historia de esta infraestructura se han documentado numerosas reformas y usos a lo largo de sus casi 250 años de historia. Almacén y depósito de municiones, en sus patios llegó a habilitarse la cocina de las tropas. Prisión durante muchos años, en 1821 se autorizó la construcción de un retrete en la cárcel, y en 1869 intentó instalarse una oficina de correos. También se acomodó en el edificio la Audiencia provincial y la Capitanía General de Galicia (1846). Ya en el siglo XX llegaron a Raxoi el teléfono (1900) y los timbres eléctricos (1904), y en 1970 se redactó la escritura de compraventa del Seminario de Confesores a favor del Concello.

Unos fuegos poco cuidadosos

El tejado del pazo es otro elemento a reformar, porque los trabajos de los operarios para preparar los fuegos del Apóstol causan gran desperfecto a las tejas. Los altillos presentan dos problemas. El primero, la altura, totalmente insuficiente, hasta el punto de que en la entrada de los archivos se han instalado unos letreros luminosos para que la gente no se golpee la cabeza. El segundo es el peso que los archivos provocan en esta zona del edificio, lo que hace aconsejable trasladarlos a otro espacio y aprovechar esta zona, muy luminosa, para los trabajadores. Muchas tareas y un plan director que quiere devolver a Raxoi un esplendor que nunca perdió del todo.