Hace casi 20 años, diversas plataformas y colectivos sociales pusieron en marcha la coordinadora Teruel Existe. La iniciativa, obvia en la literalidad de su denominación, pretendía llamar la atención sobre el olvido al que estaba siendo sometida una provincia con un avanzado despoblamiento que la empujaba a perderse por el desagüe. Sus reivindicaciones, sobradas de motivos, trazaban un retrato mortecino del páramo de aquella tierra en materia de infraestructuras. Era la única provincia sin un solo kilómetro de autovía y su línea de ferrocarril, por supuesto sin electrificar, se empeñaba a poner a Teruel en el mapa a fuerza de acumular descarrilamientos. Hasta ocho en un mismo año. El caso es que la causa turolense prendió en el debate social, probablemente en mayor medida que en el BOE, y pronto brotaron en otras provincias experiencias cortadas por ese mismo patrón, como Soria Ya.
Esto viene a cuento de la lacerante situación que vive Conxo con las obras que le debe Fomento. Tras soportar dos duros años de clausura para abrir el subterráneo de la SC-20, que para pequeño el comercio local fueron el rejón definitivo, Conxo lleva otros dos aguardando por las reformas en superficie comprometidas por el ministerio para suturar la brecha que parte el barrio. De nada han servido hasta ahora las insistentes llamadas de las autoridades locales a rematar los trabajos y evitar que Conxo siga condenado por una rotonda de intrincada señalización y con una estructura más propia de esas urbanizaciones de Seseña que legó la burbuja inmobiliaria. Por cierto, si algún día ponen el andamio arriba que aprovechen para maquillar la chapuza de hormigón visto que dejaron debajo.