Carraca, que no matraca

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro PICHOLEIRISMO

SANTIAGO CIUDAD

31 mar 2018 . Actualizado a las 13:23 h.

Suena dos días al año, viernes y sábado santo. Algunos afortunados podrán desperezarse hoy con el percutir de la histórica carraca de la Catedral de Santiago, un enorme instrumento de percusión que sustituye al repicar de las campanas. Volverá a retumbar, con ese peculiar sonido (rac-cra-cra-cra) desde la torre del Obradoiro a la que da nombre. La de la carraca, que no matraca. Porque este artilugio de madera de castaño en forma de cruz, cuyos brazos miden lo mismo, dos metros cada uno, fue construido a imagen y semejanza del original para recuperar en el último Año Santo este tradicional sonido, tras unos 40 años de silencio. Se hicieron estudios previos y minuciosas investigaciones para que fuera lo más fiel posible al anterior, desgastado por el paso del tiempo, la falta de mantenimiento y la exposición a las inclemencias meteorológicas. Y ya Iglesias Díaz de Ulloa en un informe sobre su raíz litúrgica indicaba la diferencia sustancial entre carracas y matracas; estas últimas más habituales y cuyo origen proviene de los rituales de la cultura árabe.

Para el catolicismo las campanas representan la voz de Cristo y el ronco carraqueo suena los días en que se recuerda su muerte en Semana Santa. Como la original, que todavía se conserva, se activa manualmente, con una manivela. Así, entre hoy y mañana, el maestro carraquero subirá a la torre a través de una escalera que se estrecha conforme se acerca al instrumento para hacerlo sonar hasta cinco veces. Si no habían oído antes este sonido no pierdan la calma, que solo hizo daño a las tropas de Napoleón que levantaron su campamento al creer que había un motín, dice la leyenda.