«Santiago está en deuda con Portela y Pena como impulsores del aeropuerto»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Paco Rodríguez

Presentó en la Fundación Torrente Ballester su volumen sobre la historia de la aviación

01 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Xerardo Rodríguez Arias concluyó un trabajo de investigación de ocho años que ha dado como resultado la publicación de un libro sobre la historia de la aviación en Santiago, 100 anos de aviación en Compostela, coeditado por el Consorcio de Santiago y Andavira Editora, y que fue presentado ayer en la Fundación Torrente Ballester. El volumen recoge los primeros vuelos de globos aerostático sobre la ciudad, en el siglo XVIII, que formaban parte de los espectáculos contratados por los compostelanos para animar las fiestas de sus barrios y parroquias. Estos episodios están en la historia de la aviación compostelana, en la que la Liga de Amigos de Santiago fue el actor principal junto al Aero Club Compostela.

«En 1912, solo un año después del primer vuelo de Galicia, que fue en Lugo, el aviador francés Maurice Poumet fue el encargado del primer vuelo de Santiago», relata Xerardo Rodríguez. Ese aviador, de solo 23 años, aterrizó en los campos de Boisaca. «Este hecho supuso un hito en la ciudad. Santiago se vació literalmente. Todos fueron a verlo. Era una gran fiesta y los campos de los alrededores estaban llenos de personas dispuestas a disfrutar del vuelo», señala. El espectáculo contó con la presencia de ciudadanos llegados de toda Galicia, porque «los espectáculos de aviación tenían muchos seguidores en Galicia y en Santiago».

El aeropuerto de Lavacolla comenzó a gestarse en 1932, «nuevamente de la mano de la Liga de Amigos de Santiago y del Aero Club Compostela. La ciudad le debe mucho, está en deuda, con José Portela Seijo y Manuel Pena Pena como impulsores del aeropuerto de Lavacolla. Algún día debería hacérseles un reconocimiento», defiende. De acuerdo con la investigación de Xerardo Rodríguez, los miembros de la Liga y del Aero Club Compostela «vinieron a sustituir a las instituciones en las gestiones y en el empuje para conseguir que el aeropuerto se construyera. En ambas entidades había gente con mucha formación, pioneros e innovadores que tenían las ideas claras».

Estas personas, apunta, se encargaron de «apalabrar los terrenos en la zona de Mourentán, en Lavacolla, y recaudaron dinero entre los vecinos para que el aeropuerto fuera una realidad. Vinieron a hacer la labor de las instituciones». Como anécdota curiosa, el Ayuntamiento de Santiago de la época entregó 4.000 pesetas para el vuelo de exhibición de 1912, y en cambio, tan solo 1.500 para la construcción del aeropuerto. El primer vuelo en el terreno elegido fue en 1933, cuando Vicente Barrón realizó una maniobra de reconocimiento para comprobar que el terreno propuesto era idóneo para acoger el aeródromo. La inauguración de la primera pista de Lavacolla sería en julio de 1935, y el primer vuelo tuvo lugar el 21 de septiembre de ese año, «en plena Guerra Civil, y con un avión comercial de Iberia, entre la ciudades de Santiago y Zaragoza». Tras la contienda bélica, en 1945 el ferrolano Francisco Iglesias Brage fue designado jefe de obras del sector aéreo de Galicia, lo que vino a impulsar el aeródromo de Santiago. «Fue entonces cuando se posibilitaría el proyecto de un magnífico aeropuerto con tres pistas, que vino a garantizar las comunidades aéreas de la comunidad», explicó Rodríguez Arias.

La publicación no solo se centra en los preliminares de la aviación en Compostela. También se adentra en la actualidad y hace un repaso de las conexiones con 29 ciudades, de las que trece son europeas, una latinoamericana, siete peninsulares, cinco con las Islas Canarias y tres con las Baleares. En Lavacolla operan nueve compañías de tráfico regular; además de vuelos chárter y transportes de mercancías con base propia en el aeródromo.

El personaje. Xerardo Rodríguez Arias ingresó en el Cuerpo Especial de Controladores de la Circulación Aérea en 1972. En 1994 fue nombrado jefe de división del Centro de Control de Área Terminal del Noroeste, cargo que dejo 10 años después. Actualmente está jubilado y se dedica a la investigación del pasado aeronáutico. En próximas fechas publicará otro libro sobre la aviación en Galicia.