Vista Alegre, lo que su nombre sugiere y mucho más

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Edificios con solera, el verde, el río, el deporte, la vida social... y un vial y unas aceras que piden a gritos una mejora

19 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Vista Alegre arranca a los pies de la Catedral y se pierde en el vial de acceso a la comarca de Xallas, con la que se mimetiza. Vista Alegre es lugar de contrastes, desde la finca que le da nombre y que encierra el antiguo edificio de la familia Simeón, hoy reutilizado por la Universidade de Santiago, hasta el paseo del Sarela, pasando por esa urbanización espejo de la arquitectura de los años 70 y por las instalaciones deportivas en las que jugaron o nadaron varias generaciones de compostelanos.

Vista Alegre es urbanismo de diseño y marca. La casa de los Simeón la restauró César Portela y el Centro de Estudios Avanzados lo firmó el arquitecto de fama internacional Arata Isozaki, mientras que a Antón García Abril le correspondió diseñar ese espectacular edificio hecho de cubos de piezas de granito que es la Escuela de Altos Estudios Musicales. Por no perder la costumbre, también el centro sociocultural de Romaño, inaugurado hace unos meses después de unos cuantos avatares, se pone al nivel de sus arquitectos, no en vano el estudio Abalo Alonso, de Elizabeth Abalo y Gonzalo Alonso, recibió premios en el ámbito internacional por el diseño de tan magnífico inmueble.

De momento, son pocas las actividades que alberga, y Juan Pena, presidente de la asociación de vecinos Ponte Romaño, que vivió el proceso desde el primer día, empieza a lamentar que no se destinase a cubrir necesidades más acuciantes: «O centro sociocultural é o que nós tiñamos pensado nun principio, pero realmente despois pensamos que non estaría mal que fose un centro de día, como propuxo o PP cando gobernaba, porque no barrio hai moita xente maior e os seus familiares non teñen onde deixalos e andan por aí a pasear e non nos parecía mala idea».

De momento, no será. Ya se verá lo que pasa en el futuro. Mientras, vecinas como Nieves o Araceli disfrutan de las clases de Pilates. «Es muy gratificante -dice la primera-; al principio hasta me mareaba un poco, pero le vas cogiendo el tranganillo». Araceli está de acuerdo con ella, pero aprovecha la ocasión para quejarse de las estrecheces de unas aulas nuevas en un centro al que le sobran espacios abiertos. «Somos siete en clase y nos damos de codazos, el aula es muy pequeña y sudamos. Menos cuando no funciona la calefacción, claro». Quejas aparte, y aunque ninguna es originaria de Vista Alegre -Araceli nació en Bonaval y Nieves en Vigo-, las dos criaron a sus hijos en el barrio y están encantadas: «Es una zona muy tranquila. El bus urbano podía venir más a menudo, pero pasa cada media hora y la verdad, puedes ir al centro andando. Es un buen lugar para los niños».

Eso sí, el parque de Vista Alegre ejerce de frontera entre dos mundos; calles rehabilitadas y sin barreras urbanísticas hacia la ciudad y un vial y unas aceras desvencijadas al otro lado. «Semella que entras nunha aldea», dice Juan Pena. «A ver se aproveitando que vén aí outro ano santo lle toca desta volta». Y un año electoral, también.

Vista Alegre es también cuna del deporte, y no solo por la piscina municipal en la que aprendieron a nadar generaciones de compostelanos sino también por su tradición futbolera. El Vista Alegre, que se codeó con los más grandes del fútbol español, el Compos y sus vicisitudes y el hermano Marcelino, que espabiló a la chavalada del barrio a fuerza de correr detrás de un balón...

Vista Alegre es, además, verde. El Pedroso, siempre vigilante, y el río Sarela, con su recuperado paseo que invita a aprovechar las cada vez más largas primaveras, veranos y otoños para disfrutar de la naturaleza a un paso del casco urbano. El gratificante paseo desemboca directamente en el Muíño do Lermo, donde hace medio siglo se molía el trigo y el maíz y que todavía conserva sus aperos en un sótano que parece un museo etnográfico. Pero al que llega deliciosamente cansado tras el paseo, lo que le presta es que le espere Marcial en la puerta con una caña fresquita y una ración de rinchóns. Y Vista Alegre vuelve a hacer honor a su nombre.