Animal urbano

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO CIUDAD

27 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La imagen vuelve cada vez que veo en el retrovisor a un camión acercarse a gran velocidad. De inmediato recuerdo aquella película que un imberbe Spielberg hizo para la televisión a principios de los setenta. El diablo sobre ruedas, la titularon aquí. En tan memorable cinta al hombre que dos años después crearía Tiburón le bastaba un herrumbroso y polvoriento Peterbilt del 55 para sostener la trama con una pericia que podría aplaudir el mismísimo Hitchcock. Si no la han visto, no se la pierdan. Si la conocen, acreditarán que siempre reconforta volver a verla.

El caso es que el punto de partida de esa película se ha convertido en una escena cotidiana. Y no hablo de una solitaria carretera de Palencia. Para nada. Sucede en Santiago. El que haya circulado por el carril de la derecha por el paso subterráneo de Conxo sabe de qué va esto. La velocidad está limitada a 50 kilómetros por hora, pero ha bajado a 40 en dirección salida de la ciudad para evitar desastres con los vehículos que se incorporan de la rocambolesca e inacabada solución que Fomento improvisó en superficie. Pues bien, el que respete esos límites en ese tramo sin radar verá pasar por su izquierda como aviones al 99 % de los turismos y a muchos camiones de gran tonelaje. Pero pueden vivir la misma experiencia en el periférico si van a 80 por hora.

Estas velocidades serían muy temerarias en el casco urbano. Aunque también hay excepciones. El que baje a 50 kilómetros por hora por la avenida de Lugo será sobrepasado por uno o varios autobuses interurbanos. Pero para emociones fuertes de las buenas, intenten mantenerse a esa velocidad por el carril de subida. Qué sabrá Spielberg.