Sorteando aún los afilados cuernos de la planta depuradora

Xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

ABRALDES

10 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La depuradora es una iniciativa a agarrar por los cuernos. Algo parecido a lo que hacen los forcados. En grupo, con eficacia y con el menor coste posible. Al proyecto alguien debió haberle echado el mal de ojo al nacer. No se explica que más de una década después los ciudadanos se sigan haciendo cruces sobre la penosa trayectoria sufrida por este servicio, salvo que Madrid diseñase el proyecto en una topera.

¿Saben lo que es lanzarse a la piscina sin agua? Todos los políticos que lo hicieron siguen vivos y sin un fémur roto. Es lo bueno de ser elásticos. Leamos, por ejemplo, el emocionante titular del 15 de mayo del año 2005: «Santiago tendrá nueva depuradora en el entorno de Silvouta en el año 2009». La ministra Cristina Narbona, la vaticinadora, tildó de «gravísimo» que la mitad de las aguas residuales vertiesen directamente al Sar. El aserto sigue vigente, aunque no con tan elevado caudal de desagüe tóxico.

La redacción del proyecto de la depuradora «será adjudicado en mayo», dice otro titular del año 2006. Podría ser repescado hoy si surge un nuevo emplazamiento.

Felices estarían las parroquias que miran al Sar si pudiesen reflejarse en el espejo fluvial cristalino del 2009 o, sin pedir demasiado, del de diez años después. Todo indica que lo van a hacer algún día y con unas facturas que pesarán como el plomo.

Con los portentosos titulares antedichos, ¿cómo no va a haber nostálgicos en este país? Este proyecto te lo hago en un pispás. Verás qué Sar más cristalino vas a disfrutar en tres o cuatro años. Y uno henchía el alma de felicidad lanzando odas rosalianas.

Aunque no bebió en esta fuente informativa, sino en la experiencia de la longevidad de una decena de depuradoras españolas, Rubén Cela se queda corto al predecir un período de ocho años para un proyecto nuevo. Un hombre comedido, incapaz de abusar de los plazos.

Exploración

Todo hay que decirlo, la senda pudo acortarse un buen trecho si no se consumase la cabezonería de Conde Roa de pegarle una patada al asiento en el que iba a acomodarse la planta. Y ese asiento fue a parar a Guatepeor. En vez de disuadirle y encaminarle a la corrección de los fallos de Silvouta, su partido le secundó en su aventura, hoy desventura.

Pero es la desventura que deben asumir los compostelanos si no quieren otro infortunio mayor: la huida de los fondos europeos aún estacionados en la dársena de la depuradora.

El alcalde decidió explorar una nueva vía. Pidió tres semanas para esa tarea exploradora. Lo que no va a hacer Noriega es tirar piedras contra su tejado. Su obligación es intentar hallar soluciones, o al menos enfocarlas. Aguardemos las tres semanas, aunque con la conciencia de que muy pocos se inclinan por arrendarle una propuesta que signifique renunciar a los fondos europeos.

El escenario de O Souto no le gusta nada al PSOE, ni al BNG ni a Compostela Aberta. Pero ahora mismo es el que camina más derecho hacia los fondos de la UE, salvo que se quiera enmendar (y a mil trazos por hora) el cuerpo criogenizado de A Silvouta.

Lo que nadie desea es que a Viaqua le caiga una encomienda local, haga la depuradora, invierta 80 millones y extienda recibos millonarios a la parroquia. Pasarle la lupa al proceso y encauzarlo es vital antes de que el proyecto llegue a bisabuelo.

Quien no parece mirar más allá de su barriga es el Ministerio de Medio Ambiente, que con su proceder despiadado le ha endosado cerca de veinte millones de euros, y los que le rondarán, al Concello de Santiago. El Gobierno no aporta ni un céntimo a la depuradora. Lo hace la UE. Y el presupuesto que se exceda, igual que el agua sucia que rebosa sin tratar la planta, recae en los vecinos. Es culpa suya, por poner dos platos en la comida.

Está claro que, aún a riesgo de quedar estancado por una sentencia y sufrir un batacazo económico, no va a quedar otra fórmula, si la tercera vía no cuaja, que seguir adelante bajo la égida de Europa. Y que el arzobispo dé la comunión antes de la batalla.

A propósito, si no se construye la depuradora puede caerle una multa gorda al Estado. Es decir, al Concello, porque Madrid acostumbra a delegar en estos casos.