SC-20

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

26 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Santiago tiene un problema de fluidez del tráfico en su principal vía urbana, la SC-20, el popularmente llamado «periférico». El colapso de este vial, que hasta no hace mucho se producía en momentos puntuales, en las típicas horas punta de entradas y salida, en fin de semana y operaciones especiales, se ha convertido en cotidiano. Y no solo en el supersaturado tramo de A Rocha entre Santiago y Milladoiro, sino en la propia travesía urbana de la capital. Por ejemplo, cualquier día, hacia las tres de la tarde, las retenciones son monumentales en la confluencia de la avenida de Torrente Ballester (SC-20) con la de Lugo. Y basta un leve accidente para que el colapso llegue a ser total, como el provocado por un camión el pasado día 15. En condiciones normales, cruzar de un lado a otro la ciudad por la SC-20 puede resultar más operativo que por el tramo urbano gratuito de la AP-9 y los datos de la Policía Local demuestran que este flujo no deja de crecer desde que se abrió el túnel del Hórreo y, luego, el de Conxo, acabando con dos de los principales cuellos de botella de la red viaria urbana. El problema es que la ampliación de la AP-9, obra que está a punto de concluir, no va a ser el aliciente definitivo para que la autopista se convierta, como debiera, en el itinerario prioritario para los conductores en tránsito entre las zonas sur y norte de la periferia capitalina. Esta ampliación de la AP-9 vendrá muy coja, ya que ni está ni -de momento- se espera el gran enlace orbital que la conectaría con los polígonos industriales y comerciales del norte, con la N-550 y, en dirección sur, con la autovía de Lavacolla. Así, el tráfico seguirá creciendo en la SC-20, pero su límite está muy próximo.