Gnosis en el Agro do Mendo

DENÍS E. F.

SANTIAGO CIUDAD

DENIS E. F.

El recinto en su conjunto demanda mejoras necesarias a simple vista y algunas facultades precisan mayor atención

06 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La educación es uno de los mayores baluartes que sostienen nuestra sociedad. Mejor o peor tratada, su desarrollo ha sido clave para la convivencia humana como designio de enriquecimiento y progreso. La imagen del estudiante camino de su escuela sigue creando esperanza; por ello, debemos derrotar la desconfianza hacia todo lo joven y nuevo porque, como bien sabemos, el conocimiento hace libre a la persona y la libertad siempre ha provocado recelo.

Desde hace quinientos años en Compostela se ha desarrollado una labor de enseñanza y aprendizaje para con la sociedad. La USC sigue superando obstáculos y, pese a la segregación, persigue nuevos retos con vigor y entusiasmo. Desde el edificio central de Fonseca, nuestra Universidade logró expandirse en dos áreas clave: los Campus Norte y Sur. Este último vio la luz entrado el siglo XX en los terrenos del Agro do Mendo, de la mano de los arquitectos Constantino Candeira y Jenaro de la Fuente, ideólogos con el rector Rodríguez Cadarso de un proyecto arriesgado e innovador para la ciudad. Su paseo central actúa a modo de columna vertebral de un entramado de edificios, como un verdadero pulmón de la vida estudiantil.

Para comprender cómo sucedió tal hazaña urbanística debemos remontarnos al siglo XVIII, cuando la Universidade muda sus trazas histórico-eclesiásticas por otras más laicas, expandiendo sus horizontes como centro de referencia. Las múltiples disciplinas de letras y ciencias supieron asimilar la necesidad de convivir con el patrimonio y la historia, al mismo tiempo que la idiosincrasia y la metodología de docencia evolucionaban, esculpiendo a partir del bloque del conocimiento una serie de pautas a desarrollar.

La extensa superficie que ocupa el Campus Sur sigue modelándose en el torno del alfarero con una idea racional que no entiende de obstáculos imposibles. No obstante, algunas de las facultades precisan una mayor atención por parte de la administración, y el recinto en su conjunto demanda mejoras necesarias a simple vista. Sin duda, los esfuerzos impulsados desde el Rectorado hacia un entendimiento institucional van dando sus frutos; el racimo sigue tomando forma uva a uva, pero las dificultades se manifiestan alrededor de todos y cada uno de los eslabones de la cadena pública que mantiene estable al gran buque.

Bibliotecas, facultades, centros de investigación, escuelas, áreas deportivas o el Observatorio entraman en simbiosis una unidad cargada de energía capaz de generar esperanza en cada clase, asamblea o encuentro. Aunque tratemos de interpretar el futuro con nuestras palabras y no prestemos atención a lo que sucede en uno de los laboratorios de Química ahora mismo, lo terrible es creer que nuestra inactividad resulta inocua. Nutrirse leyendo, sudar pensando o crecer imaginando, representan parte de los logros del estudiante y del docente. El primero ejerce de maestro de sí mismo ante la vida y el segundo es un pupilo que se reta cuando se siente aprendiz.