Ansiedad

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

29 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La iniciativa de Martiño Noriega de aplicar a toda costa una tasa turística, en este caso a excursionistas porque sería competencia municipal, es un paso atrás en su estrategia para que el turismo contribuya de alguna manera a sufragar los costes que genera en Santiago. Es un error inducido tal vez por la ansiedad, la ansiedad de llevarse una presa política al cesto, aunque su talla sea raquítica. Con la búsqueda de rendimientos inmediatos, Noriega debilita su posición para conseguir una auténtica tasa turística, la que grava las pernoctaciones, similar a la que ya se aplica en otros ayuntamientos y comunidades autónomas españolas, así como en otros países. Más tarde o más temprano, con seguridad no antes del Xacobeo 2021, la Xunta tendrá que plantearse con seriedad autorizarla en Santiago, por la sencilla razón de que, de seguir la recuperación del sector turístico como en la actualidad, será de lógica aplastante y no habrá argumento alguno en su contra. Además, Noriega debilita su estrategia porque esa ansiedad que le lleva a buscar una vía de salida rápida dentro de las competencias municipales le incita a cometer una enorme injusticia: al apuntar a los excursionistas que llegan en bus -las dársenas municipales son el único filtro para poder aplicar la tasa- grava al visitante con menos recursos. Paguen las empresas de transporte (que ya pagan) o los operadores turísticos, el coste, sea el que sea, recaerá en el visitante. Y es obvio que esta pretendida tasa genera un mar de dudas, desde las competenciales hasta la legalidad de aplicarla a unos visitantes sí y a otros no. Por todo ello, Noriega debe dar marcha atrás, seguir armándose de razones para aplicar una tasa justa y no discriminatoria, e insistir en ella ante la Xunta.