Fernando Moreno consigue 1.605 juguetes al peregrinar desde Olot

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Euromaster donará un regalo a Cruz Roja por cada kilómetro

23 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Con un objetivo claro: «No hacia kilómetros, solo juguetes». Así explicó la razón para embarcarse en su singular peregrinación Fernando Moreno, vecino de Olot (Girona), que ayer llegó a Santiago después de recorrer 1.605 kilómetros entre su ciudad y Compostela, con el colofón del trayecto de ida y vuelta entre esta ciudad y Fisterra. «Di alguna vuelta más para engañarles y conseguir más juguetes», ironizó Fernando. Se refería a la empresa Euromaster, que aceptó el reto de este hombre, que a sus 70 años se ofreció para hacer el Camino a cambio de que la empresa donase juguetes a Cruz Roja por cada kilómetro recorrido.

Su llegada al Obradoiro fue ayer especialmente emocionante. Voluntarios de Cruz Roja, amigos y familiares le esperaban con una pancarta, y le hicieron un pasillo para recibirle con aplausos y gritos de «campeón». Tras poner pie a tierra, se fundió en abrazos con sus amigos y con su hija, que le esperaban en la plaza. La hazaña no era para menos.

A Fernando Moreno no le pesaron las piernas ni tuvo dolores. «Qué me iba a doler, me duele no haber hecho más juguetes. Les dije que no era una competición, que no me pusieran un día para llegar. Fui a mi ritmo», señaló. El primer día recorrió 87 kilómetros subido a su «juguetona», y el segundo pedaleó 142. Y así, con etapas de entre 80 y 95 kilómetros diarios, fue arañando juguetes. Fernando salió de Olot el 2 de septiembre y llegó a Santiago el lunes pasado. Tras descansar un día, completó la ruta con el Camino de Fisterra y Muxía. Ayer, a las 17 horas, entró por San Francisco en el Obradoiro, y su cuentakilómetros marcaba 1.605.

El peregrino no destacó un tramo del Camino más duro que otro. «Me empujaban los niños», dijo. Su única preocupación era su mujer, «que estaba preocupada por los atropellos, pero todo fue bien». Fueron 18 días de pedalada y tres de descanso, que le sirvieron para llevarse un grato recuerdo del Camino: «Es sorprendente, la gente es maravillosa. Todos se ayudan unos a otros». Entre las anécdotas que recordará está la de un peregrino de Granada al que vio «que iba fatal». Le ayudó a regular la altura de la bici y, tras dos horas de compañía, le dejó agradecido, «porque ya no le dolía nada».

El peregrino, de 70 años de edad, completó la ruta con el Camino de Fisterra y Muxía