El Nido

DENÍS E. F.

SANTIAGO CIUDAD

DENÍS E. F.

A principios de los 90, con el crecimiento que experimentó Santiago, nació un barrio que se conserva joven, Fontiñas

15 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La casa de cada uno debería ser el mejor lugar del mundo, al igual que le sucede a un niño con su cuarto. Es estupendo sentirse arropado y tranquilo, pero en muchos casos las circunstancias impiden esa sensación donde la palabra «hogar» se transforma en algo sagrado de puertas para dentro, en el corazón.

No hace falta irse muy lejos para ver la realidad de tantas personas, que por razones infinitas se ven al amparo intermitente de los albergues o en la calle. Un simple paseo por los centros urbanos nos muestra la fractura social que sigue aumentando según las circunstancias que contiene toda existencia.

A principios de los años noventa, con el crecimiento que experimentaron la mayoría de las urbes y también Santiago, nació un barrio que aún se conserva joven, Fontiñas. Un proyecto de grandes dimensiones que tiene cerca de cuatro mil viviendas y un centro neurálgico de negocios, compras y ocio, Área Central. Tras el bache que causó el cierre por traslado de muchos de los negocios que contenía, poco a poco ha ido recuperando el pulso, sobre todo, gracias a sus vecinos que lo mantienen con vida.

De puertas para afuera, cuando paseamos por sus calles, da la sensación de que los años tratan con benevolencia sus edificios y calles, sin olvidar las derramas de los propietarios para mejorar sus viviendas y la conservación de los espacios públicos por parte del Ayuntamiento. Los centros de enseñanza son pieza clave, porque la juventud siempre gana al paso del tiempo sin pedir nada a cambio. Los parques, el centro de salud y el sociocultural, la Cruz Roja, la Escola Galega de Administración Pública y los juzgados, junto con las vecinas piscinas de Sar y el polideportivo, son cruciales para mantener su ritmo y frescura.

Los barrios son los verdaderos corazones de la metrópoli. Los precios de alquiler o compra, las facilidades del día a día o la tranquilidad, son una parte ineludible en la confianza de los ciudadanos, que miman sus hogares con orgullo. Por esta razón tanto las zonas céntricas como las más apartadas deberían ser tratadas de igual modo, porque la ciudad es un todo funcional que no merece particiones.

La humildad es un sentimiento puro, que algunos tratan de hacer desaparecer a traición, menguando la capacidad de comprensión y tratando de ocultar aquello que no se quiere ver. El camino es el esfuerzo en la lucha contra el miedo impuesto por la desconfianza y el despecho.

El sistema global es negligente, vapulea y crea falsas expectativas de sostenibilidad, nos miente sin tapujos mientras nos agarra la mano con dos dedos. ¿Se puede luchar con el pensamiento, o el pensamiento es la lucha? El cambio es la meta, la igualdad el trofeo, la mentira el obstáculo y el respeto el alimento.