«A partir de datos tratamos de crear textos con un componente afectivo»

Susana Luaña Louzao
Susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLER

Doctor en Tecnoloxías da Información y ganador de un premio de la Fundación BBVA, creó una herramienta que permite traducir símbolos meteorológicos al lenguaje real

06 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La herramienta GALiWeather, que acumula más de trece millones de visitas on line, permite a los técnicos de MeteoGalicia traducir los símbolos de predicción del tiempo al lenguaje natural, lo que facilita que, de modo automático, cada uno de los 314 municipios de Galicia tengan una información del tiempo personalizada. Es quizás la parte más llamativa y la más visible del trabajo que lleva a cabo el pontevedrés Alejandro Ramos, que el pasado mes de diciembre se doctoró en Tecnoloxías da Información, pero no es el único por el que, junto con otros cinco investigadores españoles, fue distinguido en la primera edición de los premios de investigación Sociedad Científica Informática de España-BBVA, dirigidos a doctores menores de 30 años y que pretenden ser un estímulo y poner en valor sus investigaciones «por su creatividad, originalidad y excelencia».

A Alejandro Ramos se le premió por la aplicación de las teorías de conjuntos borrosos al ámbito de las tecnologías de traducción automática de datos a textos, pero también por su internacionalización y por las posibilidades de transferencia a la empresa privada. «Colaboramos con centros de investigación de Aberdeen (Escocia) y de Malta, y aparte de nuestra alianza con MeteoGalicia, que es gratuita porque nosotros hemos puesto esa herramienta en manos de Juan Taboada, se ha cerrado un acuerdo de transferencia con Ozona Consulting y es aplicable, en general, al campo de la salud, a la inteligencia de negocios y a grandes empresas que trabajan con datos y con gráficos que no siempre son fácilmente interpretables y que a la población le puede confundir más que aclarar». Una aplicación para datos monitorizados de bebés desarrollada en Aberdeen, por ejemplo. «Traduce los mismos datos al lenguaje técnico de los médicos, al que precisan las enfermeras y al de los padres, más emocional. Son tres tipos de información adaptables a distintos perfiles que parten de los mismos datos».

Sorprende el término «emocional» cuando se está hablando de números y de datos estadísticos, lo que se entiende por ciencia exacta. Pero ocurre que ese término está cambiando también, y en eso tienen mucho que ver las investigaciones que se llevan a cabo con las teorías de los conjuntos borrosos. Es algo novedoso, porque se acerca al lenguaje convencional, «con términos coloquiales e imprecisos. No decimos ‘hace una temperatura de 30 grados’, sino ‘hace calor o frío’. A partir de esos datos tratamos de crear textos con un componente afectivo, y es posible».

Llama la atención que la primera herramienta desarrollada por el Grupo de Sistemas Intelixentes de la USC traduzca símbolos del tiempo al lenguaje cotidiano, sobre todo en Galicia, donde solo para nombrar a la lluvia hay un centenar de palabras. El joven investigador lo reconoce, pero también admite que ese es precisamente uno de los retos del grupo liderado por científicos de la talla de Alberto Bugarín o Serén Barro. «En la lógica borrosa hay más alternativas que las temperaturas altas o bajas, hay variables de las que pueden salir cosas muy interesantes...»

Su intención es seguir investigando y aportar herramientas cada vez más precisas, pero todo depende de si le conceden o no las becas que solicitó: «Quiero irme a Escocia, pero no sé si podré hacerlo; así es cómo funciona esto ahora...». O sea, que resulta más fácil predecir el tiempo que garantizar la continuidad de tan reconocida investigación.