El silencio de un hombre bajo sospecha

x. r. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Tras levantar Mercagalicia, casi desahuciada, la sociedad perdió fuelle y la figura del ex gerente se eclipsó

09 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Mercagalicia cobró vida, paradójicamente, cuando se incorporó a la gerencia, en marzo de 1997, Joaquín Macho, que acaba de ser denunciado en un juzgado por deslealtad administrativa y apropiación indebida. En una entrevista a este medio en ese año rezumó optimismo y grandes aspiraciones para potenciar un mercado que estuvo al borde del desahucio y naufragando en medio de pérdidas económicas.

El mercado mayorista empezó a funcionar en 1994 tras unos años previos de esfuerzos por parte del entonces responsable de esta área, Antonio Campos, que se vieron recompensados con las nuevas instalaciones en el polígono do Tambre.

No obstante, bajo la gestión de Eugenio Cabrera, propuesto por el socio estatal Mercasa, la nave zozobró económicamente durante un primer quinquenio que resultó realmente negro, y en el que Raxoi temió por el futuro de Mercagalicia. El Concello y Mercasa perfilaban programas y más programas para que la sociedad alzara el vuelo y la conclusión fue la marcha de Cabrera, con números muy negativos.

Y en esas llegó Joaquín Macho como la mano salvadora y con el objetivo claro de «levantar Mercagalicia». Y, efectivamente, en sus primeros años de gestión el servicio empezó a cobrar color y a rebajar las cuantiosas pérdidas. De plantearse el Concello en 1996 la liquidación de la sociedad, pasó a hablarse seriamente de proyectos de ampliación y de implantación de grandes distribuidores, operación esta que culminó con el aterrizaje de Día.

En el 2000, y tras un eufórico aviso saludado por la corporación municipal, la entidad arrojó un balance positivo por primera vez: 4,8 millones de pesetas. Hasta el Estado se vio animado a invertir tres millones de euros para ampliar el mercado y la USC montó Uninova en el recinto.

Pero, a medida que crecía la confianza de los gobernantes locales en la sociedad y en su gestor, comenzó la libertad de movimientos de Joaquín Macho para atar y desatar dentro Mercagalicia. Sonaría a ocurrencia investigar lo que funciona. La entidad siguió dando beneficios: 421.013 euros en el 2004. La euforia se fue desinflando y en el 2006 el superávit se rebajó a 99.285 euros, y en el 2007, a 76.248. Eso, antes de la crisis. Con la recesión los beneficios anuales se situaron en torno a los 50.000 euros.

Desde el 2005 no hubo noticias relevantes o interesantes en el acontecer de Mercagalicia y la trayectoria de la sociedad, con un cargo de alta dirección al frente, siguió una senda grisácea y anodina solo interrumpida por el incendio de una nave y la caída de las uralitas del tejado en el 2008 por efecto de un temporal.

Pero lo más llamativo es que el nombre de Joaquín Macho desapareció totalmente del mapa público desde el año 2005, cuando antes hasta participaba de jurado en los concursos de filloas. Su nombre solo reapareció en el caso Asunta por vinculación a la familia. Aunque los últimos cuatro años estuvieron plagados de irregularidades, es probable que las anomalías comenzasen antes y, en ese caso, el silencio y la nula presencia pública le parecieron al ex gerente lo más aconsejable.

Y Raxoi, pese a la mediocridad de la gestión, le dejó hacer, hasta que fue relevado y denunciado.