Con cierta perplejidad, he de reconocerlo, recogí el pasado viernes en mi buzón un pequeño folleto desplegable de Compostela Aberta que bajo el título Orzamentos 2017 y el pomposo subtítulo A porta para unha Compostela máis social, máis humanizada, máis verde, máis cultural, desgrana en trazos gruesos las cuentas que el grupo de gobierno defiende para el Concello de Santiago en el año que ya hemos estrenado. No hay ningún problema en ello, si es una iniciativa propagandística partidaria sufragada con fondos partidarios; pero si es verdad, como proclama el grupo de Martiño Noriega en la contraportada del folletito, que la presupuestaria es «unha proposta dialogada e integradora, que inclúe preto de 40 mocións e propostas do resto de grupos, na clara vontade de diálogo que se manterá durante toda a tramitación», parece más razonable comunicar a los ciudadanos un acuerdo alcanzado como producto de esa proclamada voluntad de diálogo, como producto del tan necesario consenso entre gobierno y grupos de la oposición (así, en plural, no solo en hipotético singular BNG) en temas clave de la ciudad, entre ellos el del presupuesto anual. De lo contrario, la proclama presupuestaria en los hogares compostelanos será poco más que un brindis al sol, una posición de fuerza buscando el tácito refrendo de los ciudadanos en medio del proceso de negociación. Pero no, no habrá otro folleto anunciando un gran acuerdo político para sustentar unos presupuestos del 2017 por una ciudad más social, humanizada, verde y cultural (objetivos tan generales que serían suscritos por todos los ciudadanos), porque ese acuerdo no existirá.