«Fue un error histórico ceder el campus universitario a los coches»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

De pequeña patinaba por la residencia, que es como llamaban los compostelanos a la zona de colegios mayores, y un guarda reñía a los niños por estropear las calles

12 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pilar Bermejo Barrera nació en Compostela hace sesenta años y nunca la abandonó. Se crio primero en A Senra y después en Orfas, y allí sigue viviendo. De niña bajaba a la residencia, «así llamábamos al campus», a jugar, en un espacio en el que solo existía la Facultade de Química, los colegios mayores y el sanatorio La Esperanza. Y, por supuesto, no había vehículos. «Fue un error histórico ceder el campus universitario a los coches», dice. Patinaban y el guarda les llamaba la atención, porque decía que estropeaban las calles. Cierto es que eran de hierro, no de plástico. Recuerda que era aquella una ciudad muy tranquila, «aunque hay cosas que se mantienen, la calidad de vida de Santiago sigue siendo muy alta, sobre todo si vives en el centro y puedes ir andando a todas partes, como yo».

Asistió a Compañía de María durante su etapa escolar, aunque se cambió al instituto Rosalía en COU, ya que en su colegio no estaba implantado este curso. Y ahí descubrió la química. Tenía claro que lo suyo eran las ciencias, pero fue García-Rodeja quien despertó su vocación. «En contra de lo que se puede pensar de que estudié Química por mi padre, que era químico, lo hice por este profesor, porque explicaba con una pasión increíble», cuenta. Nunca se lo dijo, «pero lo sabe».

Llegó a una facultad con pocos catedráticos, distantes, y un nivel alto, «había que estudiar y trabajar, creo que los alumnos trabajábamos mucho más que ahora. Los tiempos cambiaron y es algo que discutimos mucho, los estudiantes ya no tienen ese espíritu de trabajo». En parte lo entiende, «nosotros pasábamos de una etapa dura a otra mejor, íbamos de menos a más, ahora van de más a menos, no creo que se pueda comparar».

Cuando acabó la carrera pensó en dedicarse a la docencia en secundaria, pero la vida no se puede planificar. Se casó y tuvo su primera hija muy joven, con 21 años, así que se quedó en la facultad con una beca y después con un contrato de ayudante. Eran solo 45.000 pesetas pero se decidió ya a por el segundo, «era otra mentalidad, éramos más idealistas, si estabas con una persona que querías ibas hacia adelante, no necesitábamos casi nada». Tras hacer la tesis se presentó a unas oposiciones a profesor universitario, que entonces aún se celebraban en Madrid, y tras un tiempo en expectativa de destino, consiguió la plaza.

Ha vivido la facultad como alumna, becaria, profesora, vicedecana y ahora decana. No obstante, admite riendo que en todos estos años «la estructura del edificio no ha cambiado nada, es del 60 y está pendiente una renovación grande». Pero aunque el continente no varió en exceso el contenido sí, «siempre vamos a mejor, antes el catedrático era una figura muy aislada, no había la cercanía que puede haber hoy, tampoco entre profesores y alumnos e incluso entre docentes», cuenta.

De Santiago la gusta casi todo, salvo la deriva que está cogiendo el casco histórico: «Antes estaba vivo, con vecinos y tiendas. Ahora los vecinos van desapareciendo, van a conseguir que se vacíe y quede un parque temático para turistas». Y los compostelanos se van, irremediablemente, porque no se ponen medidas para evitarlo, «la vivienda es cara, no hay facilidades para acceder a un párking, no contamos con fibra óptica y tenemos dificultades hasta para poner un ascensor», concluye.

Nombre. María Pilar Bermejo Barrera. Nació en Santiago y vive en el casco histórico.

Profesión. Catedrática de la USC. Fue candidata al rectorado en el año 2010.

Rincón elegido. El campus, desde la Alameda, donde jugaba de niña y que se conocía como la residencia.