Las obras del túnel de Conxo entran en su quinta fase. ¿Pero cuántas fases tienen estas obras? Suena como el quinto dan. Si el proceso es similar al del judo, primero los kius y luego los dan, mejor es que el Ministerio de Fomento no siga poniendo plazos de finalización. Son como fichas de dominó que van cayendo una tras otra. Esperemos a la séptima u octava fase para tener una visión algo más nítida del horizonte de la obra. ¿Ponemos entretanto el verano? Pues venga, pongamos el verano.
Cuando faltaban escasos meses para concluir el 2015 alguien de Raxoi le comentó a este redactor que, con las ultimísimas tecnologías de hoy, ese período hasta las uvas del pasado año era plazo suficiente para cortar la cinta inaugural. Y al redactor le quedó el dedo chupado como el hueso de Hansel. Y amenaza con perderlo por crédulo impenitente si Fomento sigue soltando plazos. Lo que pasa es que a uno le han dicho que la actuación cobró un ritmo parecido al de coser y cantar. Y eso precisamente es lo que hay que aconsejarle al vecino y al empresario de Conxo: canta y no llores, que si has llegado hasta aquí es que eres un buen fajador. Eso sí, muchos comerciantes y profesionales están llegando con la lengua fuera, igual que este redactor al reflejar las penurias de la malhadada rotonda. ¿Y qué ocurre en la quinta fase? Pues que si eres conductor y caes en el remolino de la glorieta sufrirás más complicaciones que hasta ahora. Y si eres usuario del autobús verás nuevos paisajes urbanos, que es lo único bueno que ofrecen las obras del túnel. Y ya no es que el tráfico pasante disponga de menos espacio para transitar a lo largo de más de medio kilómetro, sino que late una amenaza de vértigo circulatorio para quien intente adentrarse en algunas rúas del barrio.
Y esa es precisamente una de las quejumbrosas melodías del comercio del barrio: que se ha quedado prendido en los zarzales de la obra y no es capaz de soltarse. Y si no puede soltarse, los clientes que temen perderse por Conxo no van a asomarse a las puertas de los negocios. Ahora que empieza a esbozarse la superficie de la plaza, esa en la que han puesto el acento humanizador los vecinos, no estaría mal coronarla con una estatua al comerciante desaparecido durante todas estas fechas. Una cosa sí ha quedado demostrada, no solo con la construcción del túnel, sino con la ristra de infraestructuras que galoparon por la zona: que Conxo es un barrio reivindicativo, pero paciente y sufridor cuando le constriñe el bien común. Para su desgracia, el único obstáculo que quedaba por erradicar del periférico estaba alojado en el meollo del barrio. Los usuarios del vial, no obstante, estarán felices por no tener que echarse una pequeña siesta en la rotonda. Mejor hacerlo después de comer.